Raudel Ávila / Imagen: marvel.com

El 29 de junio de este año encontraron muerto en su departamento de Nueva York a Steve Ditko. Fue un dibujante (hoy les dicen artistas gráficos) de cómics. Su creación más famosa es el asombroso hombre araña. Si bien mucha gente identifica a Stan Lee como el creador de Spider-Man (en efecto, a él se le ocurrió el concepto y la historia de Peter Parker) y por extensión de casi todos los personajes del universo Marvel, Ditko fue quien diseñó el disfraz del súper héroe trepa muros.

Con más de noventa años de edad, Ditko nunca se casó y se rehusó a dar entrevistas desde 1968. No logró amasar una fortuna como Stan Lee, ni aparecía nunca en las grandes convenciones de cómics. Un poco a la manera de figuras como Harper Lee, autora de la maravillosa novela Matar un ruiseñor, Ditko detestaba la publicidad mediática y buscaba vivir fuera de reflectores. Solo existen tres fotografías de su persona y ninguna posterior a 1964. Los fans no sabemos cuál era su apariencia. En los libros que recopilan su obra como dibujante de historietas no quiso escribir prólogos ni acudir a presentaciones. “No hablo de mí mismo. Yo soy mi trabajo”, decía.

Ditko también diseñó la imagen de otro popular súper héroe de Marvel Cómics que ha sido llevado al cine por Benedict Cumberbatch, el Doctor Strange. Después de su renuncia a Marvel, Ditko creó para la competencia (DC Comics) a Halcón y Alondra, una pareja de súper héroes con personalidad contrastante. Adicionalmente, en otra compañía de comics pequeña que terminaría absorbida por DC Comics, inventó La Pregunta, un súper detective cuya máscara era un rostro humano sin ojos, nariz ni boca. Finalmente, una especie de antihéroe muy desconcertante llamado The creeper, cuyo súper poder era poder reírse a carcajadas cuando así lo deseaba.

No obstante lo anterior, Ditko es recordado principalmente por su contribución al universo arácnido como dibujante de los primeros 38 números de la revista The Amazing Spider-Man y sus dos primeras ediciones especiales anuales. Diseñó la apariencia de grandes villanos en la galería del hombre araña como el Doctor Pulpo, el Duende Verde, Electro, el Hombre de Arena, Misterio, Escorpión, Kraven el Cazador, El Lagarto, El Buitre, El Camaleón, etcétera.

Los gigantes contemporáneos de la industria del cómic Alan Moore (Watchmen, V de Vendetta), Frank Miller (300, Sin City, Batman año uno) y Neil Gaiman (Sandman) han manifestado en repetidas ocasiones su devoción por el trabajo de Steve Ditko. El estilo de Ditko es muy particular. Sus personajes siempre están al borde de un ataque de ansiedad, “parece que tienen fiebre, casi como su creador” dice Alan Moore. Son figuras de rasgos muy vivos y pasiones muy marcadas en la expresión facial. Nerviosismo, terror, odio, coraje, amargura y preocupación dominan el imaginario visual de sus comics.

Lo que hizo con el hombre araña hoy parece bastante convencional, pero en su momento fue sumamente innovador. Primero, el hombre araña no era un adulto, sino un adolescente. Hasta entonces, los adolescentes figuraban exclusivamente como acompañantes de héroes maduros: Batman y Robin, Flecha Verde y Speedy, etcétera. Segundo, el hombre araña usaba una máscara completa. Superman andaba con el rostro descubierto, Batman usaba una media máscara, podíamos ver sus ojos y su mentón. O sea que el hombre araña podía ser cualquier persona. Esto le permitía a lectores de otros grupos étnicos identificarse con él. El hombre araña no tenía que ser blanco, podía ser afroamericano, asiático, latino, etcétera. Tercero, por el diseño del disfraz, si uno no sabe nada del hombre araña, lo mismo puede parecer un héroe que un villano. El trazo de los ojos en la máscara resulta inusualmente expresivo. Sabemos si el súper héroe está furioso, triste, alegre, etcétera. Cuarto, el hombre araña en el diseño original de Ditko no era un súper héroe musculoso y atlético, sino un estudiante de preparatoria con estatura promedio, un poco jorobado, más bien flacucho.

A diferencia de Metrópolis en los comics de Superman, o Ciudad Gótica en Batman, el dibujo de Ditko sitúa al hombre araña en una ciudad claramente identificable como Nueva York, con un diseño de calles y edificios apegado a la realidad geográfica de la urbe. El hombre araña se columpia en lugares famosos y visita atractivos turísticos. Pero es muy especialmente el elenco de personajes secundarios el que hacía de los comics de Spider-Man con Ditko algo memorable. Desde el odio jarocho en el rostro de J.J Jameson, director y editor del diario El Clarín contra el arácnido, hasta la endeble y enfermiza figura de la tía May.

El hombre araña no enfrentaba amenazas intergalácticas como Superman ni psicóticos y homicidas seriales como Batman. Si los guiones de Stan Lee hacían de cada número del hombre araña una telenovela seriada llena de dramas amorosos y humanos, el dibujo de Ditko les daba un toque de películas noir como de los años 30, o de novela negra al mejor estilo Dashiel Hammett, pletóricas de mafiosos y criminales callejeros.

Las aventuras arácnidas reflejaban una revolución conceptual en la industria del comic de súper héroe. El hombre araña no tenía la vida resuelta. Al revés. La angustia del adolescente de la década de 1960 era visible en cada historia. No era invulnerable como Superman ni millonario como Batman. Tenía que trabajar para un jefe detestable si quería comer. Y al final de sus aventuras, el hombre araña terminaba abandonado por sus novias, con el disfraz roto, de manera que tenía que lavarlo y zurcirlo a escondidas a fin de proteger su identidad secreta. Era mucho más humano que los otros, pero además siempre estaba haciendo bromas. A diferencia de la solemnidad cívica de Superman o el silencio oscuro de Batman, el súper poder del hombre araña era su sentido del humor con ocurrentes bromas para desequilibrar a los villanos.

Los ejemplares del hombre araña dibujados por Ditko se cotizan hoy en varios miles de dólares. Para quienes no podemos pagar eso, es posible disfrutarlos en antologías y recopilaciones de cómics de los años 60. El hombre araña ha sido adaptado al cine, la televisión, dibujos animados, videojuegos. Lo que empezó como una forma de ganarse el sueldo de un día para Ditko, se ha convertido en una industria completa que genera empleos para miles de personas. Docenas de dibujantes han querido imitarlo y rendirle homenaje, pero sigue siendo el artista definitivo del hombre araña.

Hay varios rumores sobre su renuncia después del número 38. Algunos dicen que estaba en desacuerdo con Stan Lee sobre la identidad secreta del duende verde, un villano cuyo nombre se revelaría en el número 39 del hombre araña. Otros sugieren que tenía opiniones políticas distintas a las de Stan Lee, cuyas ideas liberales hacían simpatizar al hombre araña con los movimientos hippies y de derechos civiles para los afroamericanos. Nadie lo sabe con certeza. La semana pasada leí con emoción el número 800 de The Amazing Spider-Man, una historia conmemorativa con trazos de diferentes artistas que han dibujado al hombre araña a lo largo de más de cinco décadas de existencia. No obstante, la portada especial, también conmemorativa, pone un diseño de Spider-Man que le rinde homenaje a Steve Ditko. Muy merecido. “Lo importante es que el trabajo valga la pena” decía Ditko. No solo eso, nos trajo alegría y diversión a millones de niños y adultos en todo el mundo.

Por Arturo Rodriguez García

Creador del proyecto Notas Sin Pauta. Es además, reportero en el Semanario Proceso; realiza cápsulas de opinión en Grupo Fórmula y es podcaster en Convoy Network. Autor de los libros NL. Los traficantes del poder (Oficio EdicionEs. 2009), El regreso autoritario del PRI (Grigalbo. 2015) y Ecos del 68 (Proceso Ediciones. 2018).

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