Por Elisa Mendoza Gilabert

Las palabras importan y las pronunciadas por líderes políticos importan aún mÔs. Cuando un político llega al poder, sus declaraciones tienen consecuencias reales que muchas veces no son consideradas. Las declaraciones de los jefes de Estado no solamente pueden provocar incertidumbre o estabilidad, sino que también pueden legitimar acciones y discursos. ¿Qué pasa cuando, desde la cúpula política, se da permiso a delinquir?

Desde la campaña, Andrés Manuel López Obrador invitó a sus seguidores a que tomaran lo ajeno si era necesario. Incluso se ofreció a hablar con los líderes de la Iglesia para que el robo no se considerara un pecado. Así de ridículo: en una campaña presidencial, el candidato puntero dio permiso para robar. Fueron muchos los comentarios insensatos de López Obrador, pero sería de esperarse que como Presidente de la República asumiera una posición mÔs prudente y que sus llamados fueran a respetar la ley. Tristemente, no hemos visto esa prudencia.

Después de la tragedia ocurrida en Hidalgo, en la que no solamente casi un centenar de personas perdieron la vida, sino que quedaron evidenciados muchos aspectos del huachicoleo, el Presidente ha hecho algunas declaraciones verdaderamente preocupantes que pueden interpretarse como un permiso para delinquir y una estrategia, en mi opinión, absurda, para alejar a la gente de su intención de participar en el robo de gasolina.

En primer lugar, siguiendo la lƭnea de sus pronunciamientos en campaƱa sobre la amnistƭa y el permiso para robar, el Presidente dijo que el gobierno no va a detener a quienes roben combustible por necesidad.

¿Cómo se determina quién roba por necesidad y por qué se les trataría diferente? ¿Los participantes en una actividad delincuencial que ha dañado tanto al país y a la que supuestamente AMLO estÔ enfrentando pueden ser exculpados porque la necesidad los hizo delinquir? No solamente creo que estÔ entrando en un terreno peligroso al justificar el hurto y atacar el Estado de Derecho, sino que ademÔs considero que el mensaje que se estÔ a dando a millones de trabajadores es sumamente ofensivo.

¿Qué le estÔ diciendo el Presidente a quienes viven en condiciones precarias y carecen de oportunidades, pero aún así exploran muchas posibilidades de trabajo mal remunerado pero honesto? ¿Qué mensaje les da a quienes caminan kilómetros para vender su cosecha y reciben pocos pesos a cambio y a quienes trabajan todo el día y aún así su salario no les alcanza? El Presidente de la República se burló de ellos. A millones de mexicanos honestos y trabajadores no les estÔ ofreciendo oportunidades de desarrollo, les estÔ diciendo que tienen derecho a delinquir.

Por otra parte, se anunció una estrategia que contempla otorgar de 6 a 8 mil pesos mensuales a habitantes de zonas en donde el robo de combustible es un problema serio para que dejen de delinquir. Esa cantidad es mayor a la que perciben muchos trabajadores del país que no roban. ¿Qué le hace pensar al Presidente que la gente que roba gasolina dejarÔ de hacerlo porque el Gobierno Federal le dé una beca?

López Obrador cree que los que roban lo hacen porque son pobres, pero hay algo mucho mÔs profundo en el tejido social y en la moralidad personal de la gente que los hace robar, independientemente de si son pobres o no. El arraigo social del delito en algunas comunidades no es un problema que se arregle regalando dinero, mucho menos si esto va acompañado de declaraciones como la que mencioné anteriormente.

El Estado de Derecho es uno de los temas en los que se tendría que poner mÔs atención para avanzar en temas como seguridad y justicia. En lugar de trabajar por fortalecerlo, el Presidente estÔ dando permiso para violentarlo. HabrÔ que ver las consecuencias que tengan sus declaraciones al respecto, pero no se puede esperar nada bueno de un gobierno que legitima el crimen.

Por Arturo Rodriguez GarcĆ­a

Creador del proyecto Notas Sin Pauta. Es ademÔs, reportero en el Semanario Proceso; realiza cÔpsulas de opinión en Grupo Fórmula y es podcaster en Convoy Network. Autor de los libros NL. Los traficantes del poder (Oficio EdicionEs. 2009), El regreso autoritario del PRI (Grigalbo. 2015) y Ecos del 68 (Proceso Ediciones. 2018).

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