Cartas desde México

Por Adriana Esthela Flores / Imagen: Especial

No es nuevo hablar del México racista del que muchos seguimos siendo insoportables portadores aunque duela reconocerlo. De ahí que busco, a la menor provocación, medir reacciones sociales con frases como “yo, que tengo color de piel café”  o “mi familia que vivía en un ejido muy pobre”. Las respuestas de mis interlocutores son, casi siempre, de compasión y van desde un “no digas eso” hasta “bueno, pero ya pasó”.

La negación es el primer síntoma de la enfermedad. Y sí, México está enfermo de muchas cosas, incluido de un racismo que desde los medios de comunicación se invisibiliza una y otra vez, como acaba de ocurrir con los comentarios racistas del actor Sergio Goyri contra la actriz nominada al Óscar, Yalitzia Aparicio.

Como “pinche india” se refirió Goyri a la profesora de origen mixteco, la cuarta minoría indígena en el país después de los nahuas, los mayas y los zapotecos. La joven de 25 años, nacida en la comunidad de Tlaxiaco, en el estado de Oaxaca, le respondió “Yo estoy orgullosa de ser una indígena oaxaqueña y me apena que haya personas que no sepan el significado correcto de las palabras”.

El ataque contra Yalitzia no se quedó solo en la frase del actor, sino que se prolongó en la manera en que medios de comunicación nacionales abordaron el tema sin fijar una postura editorial que debió ser clara desde un inicio: calificar a Goyri de racista.

Mediante conceptos como “insultos”, “críticas” y “molestia”, buena parte de la prensa nacional suavizó el tono de la declaración racista contra la protagonista de la película “Roma”, al punto de hacerlo ver como una simple opinión sobre el trabajo de la actriz, reduciéndolo a una confrontación personal, cuando no lo es.

¿A qué se deberá la edulcoración mediática del racismo en México? ¿Es porque también, entre quienes toman las decisiones editoriales, persiste el racismo de clóset que navega entre las venas de las redacciones?

En declaraciones del historiador y antropólogo de la UNAM, Federico Navarrete, recogidas por el portal UNAM Global en 2017, señala que los medios de comunicación son una de las trincheras que más fomentan las actitudes racistas, pues ahí se excluye de manera sistemática a las personas de piel oscura o apariencia indígena, tal como demuestran las estadísticas sobre el tema.

Según la Encuesta Nacional de Discriminación 2017 (ENADIS), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 20.2 por ciento de la población de 18 años o más declaró haber sido discriminado por alguna característica o condición personal como tono de piel, manera de hablar, peso o estatura, forma de vestir o arreglo personal, clase social, lugar donde vive, creencias religiosas, sexo, edad y orientación sexual.

En los resultados por grupo, el 40.3 por ciento de la población indígena declaró haber sufrido algún tipo de discriminación; el 49.3 por ciento manifestó que sus derechos se respetan poco o nada y el 51.7 de las mujeres indígenas declararon haber sido discriminadas. A nivel general, el 75.6 por ciento de las personas encuestadas consideró que la población indígena es poco valorada por la mayoría de la gente.

Desde la perspectiva de Navarrete, una regulación adecuada y mayor presión social servirían para combatir el racismo mediático; sin embargo, también debe ser una decisión de los medios de comunicación el asumir una política incluyente y no discriminatoria sobre todo en estos tiempos,  donde declaraciones clasistas, xenófobas, homofóbicas  y misóginas son vistas o tratadas como simples expresiones de un punto de vista cuando, en realidad, se trata de ataques.

Retomo una frase de Goyri, quien ofreció una disculpa a Yalitzia por sus declaraciones: “Así hablamos los hombres”, se defendió. No: así hablan los racistas.

Nos vemos el próximo domingo, con café, poesía y la esperanza de que, para entonces, ya estén libres los cinco indígenas y la indígena de Tlanixco, en el Estado de México, acusados de un homicidio en un juicio lleno de irregularidades.

 

Por Arturo Rodriguez García

Creador del proyecto Notas Sin Pauta. Es además, reportero en el Semanario Proceso; realiza cápsulas de opinión en Grupo Fórmula y es podcaster en Convoy Network. Autor de los libros NL. Los traficantes del poder (Oficio EdicionEs. 2009), El regreso autoritario del PRI (Grigalbo. 2015) y Ecos del 68 (Proceso Ediciones. 2018).

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