La imposible separación del poder económico del político
Aníbal Feymen
A partir del revuelo que ha causado la decisión del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, de contraer un compadrazgo con el poderoso empresario Miguel Rincón Arredondo, el Ejecutivo ha tenido que justificarse diciendo que siempre ha sabido separar sus afectos personales de su función pública. No obstante, el vínculo religioso que el presidente ha decidido establecer con el magnate papelero representa algo más que un festejo católico; este acto simboliza de manera muy clara la imposibilidad histórica de separar el poder económico del político.
Me explico mejor: la burguesía como clase social es quien detenta el ejercicio del poder económico. El modo de integración de la burguesía como clase dominante de la sociedad, su naturaleza, las relaciones que establecen los elementos que la componen, el carácter de sus intereses creados y su posición concreta ante el poder político cambian conforme varían los regímenes de gobierno y la organización social resultante de ellos. Asimismo, es relevante notar que de la totalidad de la clase burguesa un pequeño grupo se separa económicamente del resto y con su poder inconmensurable controla de manera definitiva la mayor parte de la riqueza social, así como los medios de reproducción económica e ideológica, situación que le permite subordinar al gobierno en turno y ejercer en los hechos el poder político. Desde luego que ese pequeño grupo hegemónico de la burguesía es la oligarquía.
El nuevo compadre presidencial es un miembro prominente de la oligarquía mexicana; integrante de ese grupo que por décadas se ha enriquecido a través de la explotación desmedida de las clases trabajadoras, a través de financiamientos, participaciones en su capital, subsidios y devoluciones de impuestos, inversiones en infraestructura, otorgamiento de garantías especiales, prestación de servicios técnicos gratuitos, cuantiosas compras en condiciones favorables para los proveedores, venta de bienes y servicios a precios que incluso suelen ser inferiores a sus costos y, desde luego, reformas legislativas y constitucionales que permitan la reproducción del sistema y la acumulación de riqueza. De ahí que el rito bautismal formalice la pleitesía que el ejecutivo ofrece a la oligarquía mexicana.
¿Quién el el nuevo compadre del presidente?
Miguel Rincón Arredondo, uno de los ocho poderosos empresarios que integran el Consejo de Asesores de la presidencia de la República, es propietario de Bio-pappel, empresa que ha fincado buena parte de su enorme fortuna gracias a los privilegios que ha recibido por el poder político desde la época de Carlos Salinas de Gortari. De hecho, el perfil de Rincón Arredondo y de Bio-pappel encajan maravillosamente con la otrora definición obradorista de “mafia del poder” o aquella de “minoría rapaz”, hoy caídas en desuso.
Y es que el poderoso empresario maderero y papelero oriundo de Santa María del Oro, Durango, ha sido un cercano aliado de los últimos presidentes mexicanos. De hecho, su ascenso empresarial fue vertiginoso en el sexenio de Salinas de Gortari cuando adquirió la planta de celulosa y papel de Atenquique, Jalisco. En ese tiempo era dueño de la empresa duranguense de celulosa Celulósicos Centauro.
El neoliberalismo ha sido generoso con Miguel Rincón. Justo en el periodo de la desnacionalización de la industria mexicana, el poder político le vendió la potente Productora e Importadora de Papel S.A. (PIPSA), única empresa autorizada por el gobierno mexicano, a través de la inicua Secretaría de Gobernación, para surtir papel a todos los diarios mexicanos. Actualmente Rincón Arredondo es presidente ejecutivo y director general de Bio-pappel, cargo que desempaña desde 1982. La empresa produce diversos tipos de papel y empaques de cartón y se ubica en el sitio 144 de la lista de las 500 principales empresas del país. Por ejemplo, en el tercer bimestre del año pasado la empresa reportó ventas por 7 mil 85 millones de pesos situación que coloca a Rincón Arredondo en el lugar 82 en la lista de los 100 empresarios más acaudalados de México. Rincón también es miembro activo de la Cámara Nacional de la Industria de la Celulosa y el Papel y previamente fue parte del Consejo Nacional Agropecuario y de la junta directiva de Grupo Financiero Banamex.
En agosto de 2014, Bio-Pappel realizó una exitosa transacción que le ha dejado importantes dividendos: compró el 100% de las acciones de Scribe, líder en la fabricación y distribución de papel bond y productos de escritura e impresión.
Bio-pappel cuenta con 10,822 empleados en 41 plantas industriales y 13 centros de recolección de fibras recicladas en México, el sur de Estados Unidos y Colombia y tiene una capacidad de producción de 3.2 millones de toneladas anuales. Además, es el mayor reciclador de papel en el país y líder en proceso de blanqueado de papel sin cloro. Tiene cuatro unidades de negocios: Bio-Pappel printing, Bio-Pappel Packaging, Bio-Pappel Kraft y Bio-Pappel International. Los activos de la firma ascienden a 29 mil 762 millones de pesos.
Sin embargo, a pesar de su éxito empresarial, Miguel Rincón ha sido alcanzado por la lucha obrera pues en abril de 2001, en la planta de Atenquique, Jalisco, estalló una huelga que detuvo por 4 meses las operaciones de la fábrica. Finalizó con la liquidación de los trabajadores en agosto de ese mismo año.
El asesor presidencial
Si bien Miguel Arredondo ha tenido una presencia discreta en el grupo de asesores empresariales del presidente López Obrador, su peso en dicho consejo es notable debido a su estrecha relación comercial con la prensa escrita del país. La empresa es líder en la producción de papel periódico en México; incluso, Bio-pappel se define a sí misma como “el más confiable proveedor para la industria editorial y periodística de México”.
Bio-pappel se ha convertido en la compañía de mayor peso en la industria de fabricación del papel, esto en buena medida gracias a las adquisiciones que ha concretado a lo largo de más de 30 años de estrechas relaciones con el poder político.
Incidente con el huachicol
Una columna del periódico El Universal firmada por Carlos Loret sostiene que tanto la Secretaría de Hacienda y Crédito Publico, así como Petróleos Mexicanos, investigaron a Bio-pappel por la presunta utilización de huachicol en sus procesos productivos.
De inmediato la empresa de Miguel Rincón negó esta información mediante una misiva dirigida a la Bolsa Mexicana de Valores en la que sostuvo que “cuando Bio-pappel adquirió Scribe en agosto de 2015 (sic), la parte vendedora reveló que dos de sus empleados, del departamento de compras de una de las plantas adquiridas, fueron sujetos en 2011 a una investigación por tentativa de aprovechamiento ilícito de hidrocarburos y proporcionaron a Bio Pappel evidencia jurídica que acreditó que dichas personas fueron exoneradas”.
La oligarquía mexicana, verdadera propietaria del poder
La oligarquía mexicana es fruto a la vez del desarrollo y del carácter dependiente del capitalismo mexicano, o sea de lo que éste tiene de influencias nacionales y extranjeras. Es el estrato principal de la burguesía mexicana y por tanto quien ejerce realmente el poder desde dentro y fuera del gobierno; es además un cuerpo cambiante cuya composición y peso relativo de sus componentes van respondiendo al nivel de desarrollo, a los desplazamientos y cambios de rumbo que el sistema económico experimenta, así como a la creciente diferenciación social y económica que lo acompaña. Miguel Rincón, el nuevo compadre neoliberal, un elemento conspicuo de este cuerpo oligárquico.
El bautizo que López Obrador hizo de la pequeña hija de Rincón simboliza esta indisoluble fusión entre la burguesía y el Estado. Pero no es un vínculo simétrico sino subordinante pues el poder no se transfiere, se detenta y se ejerce mediante los mecanismos necesarios para su conservación. El denominado poder económico retiene para sí el poder y al Estado le es delegada una parte de ese inmenso poder para actuar en consonancia con las necesidades de administración, explotación, despojo y opresión que necesita el capital para reproducirse.
Lo he sostenido en otros artículos y lo reitero aquí: dentro del capitalismo es imposible separar el poder económico del político, ni siquiera es posible subordinar el poder de la oligarquía a la acción del Estado, éste sólo representa la forma en que los grandes empresarios organizan y administran su poder. Para que el poder económico sea subordinado a los intereses de las clases trabajadoras y populares es necesario que éstas se constituyan como poder político y que eliminen radicalmente la esencia de la fuerza burguesa-oligárquica, que la hagan desaparecer. Pero, desde luego, esto es imposible bajo las reglas de la simulación electoral pues, aunque a través de ella se manifiesten treinta millones de electores, sus cimientos descansan sobre la mirada vigilante del Estado y del poder económico que buscarán siempre, por todos los medios a su alcance, aniquilar toda forma de legítima organización popular, autónoma e independiente.
AMLO ha sido muy efectivo al momento de comunicarse con el pueblo: la utilización de frases “dicharacheras” y de simbología que resulta entrañable para el grueso de la población mexicana, han sido la clave de su popularidad y de su afianzamiento hegemónico. Uno de los símbolos más respetados en la cultura mexicana es el compadrazgo; figura mexicana que históricamente actúa como una fuerza integradora que ha dado cohesión a muchas comunidades al formalizar ciertas relaciones interpersonales, conductas recíprocas en patrones de costumbres para que el ahijado garantice y alcance un grado de seguridad económica y espiritual a través de su padrino[1]. Ese es, justamente, el mensaje que los alegres compadres hoy nos lanzan de manera clara y lamentable.
[1] Cfr. Foster, George M. “Cofradia and Compadrazgo in Spain and Spanish America”, en Southwestern Journal of Anthropology, Vol. IX, No. 1, 1953, pp. 1-29.
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