Por AnĆ­bal Feymen

Cuarto artículo de la serie con la que el autor pretende demostrar que el productor de la descomposición social y la degradación humana es el capitalismo en su fase imperialista, y en la que también intenta desvelar el papel que ha jugado el neoliberalismo en el esfuerzo para reorganizar el orden social y subordinarlo plenamente a la lógica de la acumulación capitalista.

EpĆ­tome de los artĆ­culos precedentesĀ 

En las entregas previas a este artículo hemos esbozado una conceptualización general del capitalismo, los elementos que lo conforman y el desarrollo histórico que le ha permitido transformarse de la etapa de libre competencia a la de concurrencia monopólica. Este momento de competencia entre monopolios es lo que denominamos etapa imperialista del capitalismo. Asimismo, hemos enunciado los rasgos generales del imperialismo describiendo brevemente las características del capital financiero, los elementos generales de la exportación de capitales, las pugnas inter-imperialistas que buscan el reparto del mundo, así como el papel de la guerra y el desarrollo del complejo industrial militar.

Esta serie de artĆ­culos buscan demostrar que el capitalismo, como modo de producción dominante en el mundo –ahora en su etapa imperialista–, ha detonado un hondo proceso de descomposición social en todo el mundo como resultado de su desenvolvimiento histórico y de la cada vez mĆ”s alta necesidad de elevar e intensificar la explotación de las masas trabajadoras para mantener elevadas sus utilidades.

Mucho se ha dicho y escrito sobre la brutalidad que ha significado el advenimiento del neoliberalismo –el cual, dicho sea de paso, es solamente un patrón de acumulación, un modelo de explotación y valorización de capital– como un intensificador de la pobreza, la marginalidad, la guerra y la concentración de ingentes porciones de la riqueza social en pocas manos, lo cual resulta relativamente cierto; y digo ā€œrelativamenteā€ porque la naturaleza misma del capitalismo, no importando si el modelo de acumulación es neoliberal o cualquier otro, genera inevitablemente dicha descomposición social.Ā  Por lo tanto, considerar al neoliberalismo como el causante de la descomposición social y de la degradación humana significa reducir la naturaleza expoliadora del capitalismo y de sus contradicciones históricas a un simple momento de la acumulación capitalista.

En otras palabras, esta serie de textos busca demostrar que el neoliberalismo es sólo un modelo que busca recomponer las crisis que el modo de producción capitalista experimenta en una etapa histórica determinada, pero que la condición necesaria e ineludible para la existencia y el desarrollo del capitalismo es la generación de la miseria y descomposición social, así como la degradación humana.

Por lo tanto, es momento de profundizar en la caracterización sobre las crisis capitalistas y el papel los denominados patrones de acumulación de capital o modelos de acumulación.

 

Las crisis estructurales del capitalismo

El periodo crĆ­tico donde la relación histórica ā€œfuerzas productivas–relaciones sociales de producciónā€ [1] encuentra un nivel que debe, necesariamente, superar. Estos fallos son muestra del agotamiento histórico del modo de producción y nos indican con claridad la presencia de una crisis estructural. Estos fallos son la caĆ­da de la tasa de ganancia [2], el desempleo crónico, el estancamiento productivo, la especulación financiera, las guerras, hambrunas y migraciones, asĆ­ como la devastación ecológica. Sin embargo, y a pesar de todos estos fallos estructurales, resulta poco favorable pensar que la crisis en el capitalismo presenta un carĆ”cter crónico o permanente pues esto afectarĆ­a el entendimiento de la dinĆ”mica real en que se mueve este modo de producción y, sobre todo, nos impedirĆ­a observar objetivamente las posibles salidas que pueda encontrar o procurarse el capitalismo ante sus problemas. Si considerĆ”ramos la idea de la crisis perenne como regla del modo de producción, terminarĆ­amos trivializando el concepto mismo de crisis, y asĆ­ estarĆ­amos impedidos de aprehender las nuevas contradicciones de la coyuntura actual. Un diagnóstico que ve la crisis como un estado permanente en el capitalismo, obviamente tiende a desconocer incluso la existencia misma de la crisis.

El modo de producción burgués tiene límites históricos, de eso no hay la mÔs mínima duda; pero es necesario preocuparnos por entender su dinÔmica actual y realizar el anÔlisis de las posibles salidas que el capitalismo puede encontrar y las probables configuraciones económicas que puede experimentar para intentar redinamizarse y superar las contradicciones que le aquejan; esto sin desconocer para nada el carÔcter irracional del modo de producción, el cúmulo de antinomias que carga, y el impacto social y ambiental que genera en su despliegue. Entandemos cabalmente que el capitalismo por sí solo no se autodestruirÔ, mientras no exista una fuerza social y política revolucionaria empeñada sistemÔticamente en hacerlo.

Siguiendo este mismo orden de ideas, tenemos que ante la presencia de una crisis estructural la burguesía busca la restauración de la dinÔmica de los procesos de valorización y acumulación capitalistas; para ello se ve obligada a modificar a algunos parÔmetros claves del modo de producción; esto es, modificar el régimen de acumulación. El régimen de acumulación en un conjunto de regularidades que aseguran una progresión general y relativamente coherente de la acumulación del capital; es decir, que permita reabsorber o posponer las distorsiones y desequilibrios que nacen permanentemente en el mismo proceso.

El concepto de régimen de acumulación constituye una categoría intermedia entre sus conceptos de modo de producción y formas de instrumentación institucional. Incluye variables como la organización de la producción, el horizonte de expectativas para valorización del capital, la relación de los proletarios con la propiedad de los medios de producción, la distribución del valor producido y la reproducción de las clases sociales, el volumen y la composición de la demanda social, y la articulación entre el modo de producción dominante y las formas no capitalistas de producción.

Toda crisis estructural compromete la viabilidad de un régimen de acumulación específico existente y la necesidad histórica de su sustitución por un nuevo régimen de acumulación que garantice a su vez un nuevo modo de desarrollo capitalista. Estos nuevos modos de desarrollo capitalista no son otra cosa que los patrones de acumulación capitalista.

 

Los patrones de acumulación de capital

Carlos Marx insistĆ­a en plantear que la reproducción ampliada del capital no era una consecuencia de la interacción armónica entre individuos y empresas autónomas que actĆŗan en función de una naturaleza humana que busca la satisfacción del propio interĆ©s ante el surgimiento de oportunidades de mercado,Ā  mĆ”s bien los patrones de reproducción de las relaciones sociales son siempre especĆ­ficos, conflictivos y transitorios. Surgen de la explotación de los trabajadores y de la competencia por la obtención de valor en la producción y a travĆ©s de la lucha competitiva entre ā€œcapitales particularesā€ por la realización y distribución del valor en circulación. Esta competencia lleva a una continua revolución en las fuerzas productivas y en la circulación de capital. Marx lo definió claramente cuando escribió que ā€œla tendencia a crear el mercado mundial estĆ” directamente dada en el propio concepto de capitalā€. Entonces, bajo esta lógica, la reproducción ampliada del capital debe lograr cierta ā€œcoherenciaā€ y ā€œmaterializaciónā€ en tiempo y espacio para que el capital se valorice a sĆ­ mismo y acumule. Pero el espacio del capital se altera permanentemente, alternando procesos productivos y buscando incesantemente nuevos mercados lo que estimula el surgimiento de obstĆ”culos a los procesos de valorización y acumulación capitalista; obstĆ”culos que no se pueden eliminar con el simple ajuste tĆ©cnico-económico del movimiento cĆ­clico actual. Dicho de otro modo, la restauración de la dinĆ”mica de los procesos de valorización y acumulación capitalistas obliga a modificar algunos de los parĆ”metros claves del sistema. AsĆ­, bajo esta lógica, nos encontramos ante una crisis estructural. Toda crisis estructural inaugura un periodo de transición hacia un nuevo patrón de acumulación. Es Ć©ste el que se encarga de resolver las contradicciones que provoca el colapso del patrón antiguo.

Bajo estos planteamientos podemos captar el proceso histórico-concreto de sustitución permanente de patrones de acumulación para el funcionamiento del capitalismo, y nos permite hasta cierto punto de vista predecir las características futuras del patrón de acumulación nuevo que debe sustituir al agotado, toda vez que éste aparece como solución a los problemas de aquel. Con ello observamos que un nuevo patrón de acumulación no es otra cosa que un nuevo tipo histórico en las condiciones de producción. Con la aparición de una crisis estructural en el capitalismo, el modo de producción reclama un cambio mayor, de orden estructural, para volver a asumir una conducta económica dinÔmica.

Un cambio de patrón de acumulación de capital implica: a) cambio en las formas de producción, distribución y utilización de excedente económico. En el caso del capitalismo, de la plusvalía; b) cambios en los modos de las relaciones internacionales de la economía. En el caso de las potencias imperialistas, redefinición de los nexos tanto con las otras grandes potencias como con los países dependientes y subdesarrollados; c) cambios en la esfera política al interior del bloque de poder, desplazamiento de la fracción dirigente o hegemónica por otra capaz de encabezar el nuevo estilo y cambios en los mecanismos de dominación. Es decir, en la relación clases dominantes contra clases dominadas.

Tales cambios, aunque preserven la matriz bÔsica del sistema, son de orden mayor y suelen implicar turbulencias políticas mayores. Los cambios en los patrones de acumulación no son casuales ni responden a impulsos puramente voluntarios; por el contrario, dichos cambios son definidos por los problemas estructurales que el patrón anterior no ha sido capaz de resolver.

La clase o fracción clasista capaz de encabezar y dirigir el recambio tampoco es fruto del azar. Se trata de que exista una fracción de clase que, por su posición objetiva en el orden económico vigente, opere con intereses objetivos que la lleven a impulsar la política que exige la implantación del nuevo patrón de acumulación.

Huelga decir que el cambio socio-económico también estÔ sometido a leyes objetivas; lo cual no niega de ninguna manera el decisivo papel que juega el factor subjetivo, o sea, el de las condiciones ideológicas y políticas que exige la materialización del cambio. De suyo se comprende, bajo esta caracterización, que la sucesión de un patrón a otro no se da de forma pacífica ni consensuadamente pactada, sino que engendra una profunda, virulenta e intensa lucha inter-burguesa entra la fracción de clase hegemónica del patrón anterior y la fracción emergente.

 

Desarrollo histórico de las crisis estructurales y los patrones de acumulación capitalista (Introducción)

De acuerdo a nuestras definiciones anteriores, la crisis estructural puede ser considerada como un proceso de desajuste prolongado entre el sistema de las relaciones de produccióny la estructura técnico-productiva. Las mismas constituyen una forma de solución de contradicciones de la reproducción capitalista al mÔs largo plazo. Así, en su desarrollo histórico, el capitalismo ha vivido cuatro grandes crisis estructurales:

  1. En el ocaso del siglo XIX.
  2. En el periodo comprendido entre las dos guerras imperialistas mundiales.
  3. A inicios de la dƩcada de los aƱos setenta, que se prolonga hasta los aƱos ochenta del siglo XX.
  4. La crisis financiera del aƱo 2007 o la crisis de los CrƩditos Suprime

Igualmente hemos sostenido que el desarrollo del capitalismo, desde su origen hasta nuestros días, ha transitado por tres grandes etapas: de acumulación originariadel capital; de capitalismo de libre competencia, y de capitalismo de monopoliostambién denominada Imperialismo.

En nuestras siguientes entregas profundizaremos en cada una de estas crisis y en la configuración del patrón de acumulación de capital que buscó la superación de cada recesión.

 

___________________

 

Notas:

 

[1] Las fuerzas productivas de la sociedad son los instrumentos de producción, con ayuda de los cuales se producen los bienes materiales. Las fuerzas productivas, es decir, los medios de producción (instrumentos, mÔquinas, implementos, materias primas, etc.) y la fuerza de trabajo humana, son siempre los elementos absolutamente indispensables para el trabajo, para la producción material. Por otra parte, las relaciones sociales de producción son el conjunto de relaciones económicas que se establecen entre los seres humanos, independientemente de su conciencia y de su voluntad, en el proceso de producción, cambio, distribución y consumo de los bienes materiales. Las relaciones de producción constituyen una parte necesaria de cualquier modo de producción. La producción social sólo puede darse cuando los seres humanos se unen para obrar en común, para establecer un intercambio de actividades. La base de las relaciones de producción se encuentra en las relaciones de propiedad sobre los medios de producción. En el capitalismo, las relaciones fundamentales se establecen entre el trabajo asalariado y el capital, o sea, entre obreros asalariados y capitalistas o empresarios.

 

[2] Carlos Marx observó una contradicción histórica, permanente e inevitable: la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, o dicho en otras palabras, la cada vez mĆ”s pronunciada caĆ­da en las ganancias que el capitalista obtiene del trabajo creado por los obreros. Esto es que –no obstante la cada vez mayor intensidad en la explotación de la fuerza de trabajo propinada por la burguesĆ­a en contra de la clase trabajadora– las ganancias que obtiene el capitalista se reducen de manera sistemĆ”tica sin que exista ninguna medida que permita detener esta tendencia declinante. El razonamiento de Marx expresa que la burguesĆ­a obtiene su ganancia no de la totalidad de lo que invierte para producir mercancĆ­as, sino de la parte misma destinada a la compra de fuerza de trabajo. La fuerza de trabajo no es otra cosa que la Ćŗnica mercancĆ­a que posee el obrero (porque le es intrĆ­nseca a Ć©l pues es su fuerza vital) y que la vende al capitalista a cambio de un salario. Y en este punto cabe aclarar que la mercancĆ­a ā€œfuerza de trabajoā€ produce un valor superior al de su propio costo; esto es, crea muchĆ­simo mĆ”s valor de lo que obtiene por su salario. Luego entonces, el punto de partida que descubrió Marx es que el capitalista obtiene su ganancia de la parte misma que destina a la compra de fuerza de trabajo y no de la totalidad de la inversión inicial que hizo para producir mercancĆ­as. AsĆ­, pues, la ganancia es la forma en cómo se expresa la explotación del trabajo asalariado por el capital, o sea la explotación del obrero en manos del burguĆ©s. Con ello tenemos que la ganancia es la finalidad determinante de la producción capitalista, su principal motivo. Sin ganancia no hay capitalismo ni riqueza privada de unos cuantos en detrimento de la mayorĆ­a de la población. Finalmente, tenemos que aƱadir que para que la plusvalĆ­a se convierta en ganancia es condición necesaria que se vendan las mercancĆ­as, de lo contrario la ganancia no se podrĆ­a expresar históricamente. (Cfr. ā€œLey de la tendencia decreciente de la cuota de gananciaā€, en Marx, Carlos. El Capital, Tomo III, sección tercera, capĆ­tulo XIII, Fondo de Cultura Económica, MĆ©xico, 1973, pp. 213-263.)

Por Arturo Rodriguez GarcĆ­a

Creador del proyecto Notas Sin Pauta. Es ademÔs, reportero en el Semanario Proceso; realiza cÔpsulas de opinión en Grupo Fórmula y es podcaster en Convoy Network. Autor de los libros NL. Los traficantes del poder (Oficio EdicionEs. 2009), El regreso autoritario del PRI (Grigalbo. 2015) y Ecos del 68 (Proceso Ediciones. 2018).

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