Por Raudel Ávila

El viernes pasado vi por tercera vez la nueva película del hombre araña en el cine. Spider-Man Lejos de casa, es una entretenida cinta para toda la familia con divertidas bromas y simpáticos personajes. No obstante, no representa en absoluto lo que para mí es el hombre araña. Desde que Disney compró Marvel Comics, ha hecho ajustes a los personajes e historias con el propósito de conquistar un público más amplio. En algunos casos, han logrado cambios muy afortunados y en otros, no tanto.

Es imposible para mí separar el personaje del hombre araña de mi experiencia como lector, vale decir, mi experiencia vital. Resulta un poco patético admitirlo, pero leo cómics del hombre araña más o menos desde que tenía seis años e hice acopio de una colección de más de mil revistas a lo largo de dos décadas aproximadamente. Un patrimonio materialmente ridículo, pero emocionalmente entrañable.

El recuerdo más remoto que me permite rescatar la memoria es una mañana de sábado en la que irrumpí en la recámara de mis papás para ver televisión. Transmitieron, en repetición evidentemente (no soy tan viejo como aparento), el primer episodio de la caricatura del hombre araña producida en la década de 1960. La historia me impresionó como pocas cosas en la vida.

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A diferencia de Superman o Batman, quienes desde el principio determinaron convertirse en héroes, el hombre araña era más humano hasta en su egoísmo. Un adolescente debilucho, matado, egocéntrico y acosado por sus compañeros más fuertes de la preparatoria, cuando Peter Parker obtiene sus grotescos poderes (capacidad de trepar por la pared, un sentido arácnido que advierte del peligro llamado “punzada” en la nueva película, así como, no se ría, la “fuerza y agilidad proporcional de una araña”), no decide ponerlos al servicio de otros, sino usarlos para ganar dinero. Peter Parker inventa el personaje del hombre araña para convertirse en una figura del espectáculo como acróbata televisivo y luchador. Quiere dinero y la atención de las mujeres que se burlan de él en la preparatoria. Un absoluto perdedor, pero muchísimo más realista que los perfectos, musculosos y heroicamente bien intencionados Bruce Wayne o Clark Kent.

Cuando un ladrón que Parker dejó escapar asesina a su tío Ben (Peter Parker es huérfano, así que vive con sus tíos), Peter decide usar su alter-ego disfrazado para perseguir un criminal y entregarlo a la policía. Cuando se da cuenta que es el mismo ladrón a quien le permitió huir, el impacto emocional sobre Parker es tan profundo que termina devorado por la culpa y decide convertirse en super héroe. Solo entonces adopta como propio el mantra que acompañará al personaje en todas sus historias “con un gran poder, viene una gran responsabilidad”, una frase utilizada por su asesinado tío Ben.

x1080-0g7Todo funcionaría muy bien con el lema si no fuera porque trepar por la pared no es un gran poder, si acaso resulta un poco absurdo y hasta asqueroso. El personaje me pareció grandioso desde niño. Si yo hubiera obtenido poderes, tampoco hubiera puesto en riesgo mi vida, sino que los habría utilizado para provecho personal. Solamente una experiencia traumática puede conducir a la madurez, o como decía mi abuela “nadie escarmienta en cabeza ajena.” Hasta que uno no ve las consecuencias de sus actos, gana conciencia del sentido de la responsabilidad.

A partir de ahí, lo mismo en la caricatura que en los comics, observamos la evolución emocional y el tránsito hacia la madurez prematura de un adolescente que tiene que cumplir como estudiante y empezar a mantener a su anciana tía May, la viuda del tío Ben. Peter Parker sería en el mundo políticamente correcto de la actualidad, un menor de edad explotado. A los 16 años tiene que trabajar y estudiar para sacar adelante a una tía viejecita y enferma. Ese problema no lo tiene el millonario Bruce Wayne, alter-ego de Batman, quien goza de una opulencia escandalosa en medio de una comunidad miserable como Ciudad Gótica. Tampoco sufre algo así Clark Kent, el alter-ego de Superman, un personaje invulnerable que no necesita comer para sobrevivir. Kent trabaja por gusto, para sentirse humano. “Sentirse” es la palabra clave, porque claramente Superman no es humano.

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¿Cómo mantiene y saca adelante Peter Parker a la tía May? Se vuelve fotógrafo de medio tiempo para el prestigiado periódico El Clarín. Con la peculiaridad de que El Clarín está dirigido por J. Jonah Jameson, un periodista de principios inflexibles que detesta a los vigilantes, a quienes hacen justicia por su propia mano. Odia más a los vigilantes si usan máscara. Así que la paradoja empieza desde que Peter Parker busca venderle fotografías del hombre araña en acción a Jameson. Parker pretende exhibir el heroísmo arácnido en los periódicos, pero solamente consigue que Jameson use sus fotos como una oportunidad editorial para evidenciar la ilegalidad de los actos arácnidos. “El hombre araña, una amenaza” es el encabezado más frecuente del diario El Clarín. “La amenaza arácnida”, “el delincuente arácnido”, son algunas de las descripciones utilizadas por Jameson para exigir a la policía de Nueva York la urgente aprensión del hombre araña. “Si es un héroe ¿porqué no nos deja ver su rostro?” pregunta Jameson. Peter Parker termina por acostumbrarse, necesita el dinero y sabe que haga lo que haga, el periódico usará sus fotos para desprestigiar las acciones del hombre araña. No obstante, uno de los aspectos más divertidos del cómic y las diferentes adaptaciones animadas del hombre araña eran las bromas que el arácnido le gastaba a Jameson para vengarse de los editoriales en su contra. Típicamente, Parker ponía telaraña en la silla de Jameson para que no pudiera despegarse durante una hora.

A diferencia de Superman o Batman, quienes disponen de la confianza y cooperación permanente de la policía (uno de los aliados estratégicos de Batman es el comisionado Gordon), al hombre araña lo persiguen los azules. Por más gente que salve, los habitantes de Nueva York le tienen miedo al arácnido, incluida su tía May, quien siempre pregunta ¿porqué usa de emblema un animal tan repugnante y sucio como una araña? Desde luego, en los comics originales la tía May no era un señora joven y guapa como en la nueva película. Buena parte del heroísmo del hombre araña reside en que hace lo correcto y protege a la gente a sabiendas de que lo desprecian, detestan o temen. La policía le dispara si se queda en la escena después de detener al villano, por eso se volvió clásico en las caricaturas que Peter dejara a los malos enredados en su telaraña con notas simpáticas “un regalo de su amigable vecino, el sorprendente hombre araña” para desesperación de Jameson y los policías. Es el humor de un adolescente inseguro que gradualmente empieza a construir su confianza en sí mismo a partir de la tranquilidad emocional que produce saber que hizo lo correcto.

Sus primeros enemigos integran una galería fantástica y casi tan ridícula como el hombre araña. El buitre, un anciano que inventa alas para robar joyerías. El hombre de arena, un ladrón que se convierte, pues, no se ría, en arena. Electro, un empleado del sindicato de electricistas que al ser electrocutado adquiere poderes de alto voltaje. ¿Qué le digo? El maquiavélico científico doctor pulpo, con brazos mecánicos soldados a su propio cuerpo. Misterio, un técnico cinematográfico de efectos especiales que quiere llamar la atención. Quizá el mayor enemigo del arácnido es el duende verde (es en serio, un loco disfrazado de duende de Halloween con bombas en forma de calabaza), también está Rino (un imbécil que quería tener la piel tan dura como un rinoceronte), el camaleón (un señor que se disfraza de otros porque no le gusta su propia cara) y un largo etcétera cada vez más risible. A veces me pregunto si Stan Lee y Steve Ditko no se carcajeaban diseñando a los irracionales oponentes del hombre araña. Lo heroico del hombre araña es que él no tiene nada para enfrentarlos más que su ingenio y sus capacidades científicas, que le permiten diseñar un disparador mecánico de telarañas parecido al espray de las fiestas infantiles.

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Hasta entonces, los adolescentes de las historietas no eran sino lo que se llama “patiños” o el “comic relief” (literalmente el alivio cómico) de héroes más viejos como ocurría con Robin, el acompañante infantiloide de Batman. No eran los protagonistas de ninguna historia. El hombre araña era un muchacho sin guías ni mentores, sin dinero ni seguridad social para curarse de las heridas en combate, un adolescente que quiere hacer lo correcto y enfrenta figuras más experimentadas y fuertes que él. Buena parte de las veces, lo revolucionario del comic de Stan Lee y Ditko era que al hombre araña lo derrotaban más ocasiones de las que ganaba. Lo que lo hacía un héroe es que se levantaba y volvía a enfrentar a sus adversarios hasta que los vencía con algún recurso científico tras observar sus defectos, particularmente la soberbia.

Hubo también otros villanos más complejos, como el Lagarto, literalmente una lagartija gigante, Kurt Connors, un científico amigo de Parker que perdió su brazo en la Segunda Guerra Mundial. Recordemos que la historia original del hombre araña empieza en 1962. Connors observa que las lagartijas tienen capacidad genética para regenerar los miembros perdidos (como la cola), así que usa el ADN de una lagartija para regenerar su brazo y termina convertido en un monstruo inconsciente de sus actos. Otros villanos como el Escorpión o los robots mata-arañas eran experimentos tecnológicos financiados por Jameson, el director de El Clarín, para capturar al héroe arácnido y encarcelarlo. Mención aparte merece el dirigente de la mafia neoyorkina, Wilson Fisk, Kingpin, un brillante, gordo y perverso jefe del hampa que produce dolores de cabeza al arácnido y que después, Stan Lee incorporaría a los cómics de Daredevil.

Peter Parker era pues, un personaje problemático, pobre, acomplejado, inseguro, tímido. Las mujeres no morían por él como le pasaba a Superman o a Batman. Lo despreciaban. La mayor parte de las veces que podía conseguir una cita con una muchacha (casi nunca), Peter Parker terminaba por no llegar a ver a la chica porque estaba enfrascado en alguna batalla como el hombre araña. Se volvió un tema recurrente del que él mismo se burlaba “salva al mundo, pierde a la chica.” Una imagen frecuente de cierre de las caricaturas y comics del hombre araña era Peter Parker cosiendo su traje que se había roto durante alguna batalla.

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A diferencia de sus nuevas películas, donde por lo visto la mitad del planeta conoce su secreto, el Peter Parker original no tenía aliados que supieran su identidad. Tenía que cuidar que su tía no se enterara, o por su edad podía sufrir un ataque cardíaco aterrada frente a los peligros que enfrentaba su sobrino. Parker debía pagar la cuenta de la hipoteca de la casa de su tía y después, ya como estudiante universitario, la renta de su departamento. Nada qué ver con el hombre araña de la nueva película, con capacidad para pedir un jet privado que lo recoge cuando está en problemas. El heroísmo estaba en la necesidad de salir adelante cotidianamente por su cuenta en lo financiero, sentimental, profesional y personal. Como casi todos los seres humanos, Peter Parker madura sobre la marcha, aprendiendo sin guías, apoyado en su propia inteligencia y su infatigable trabajo.

La primera novia de Peter Parker, fue Betty Brant, la secretaria de Jameson, el director del periódico El Clarín. La segunda fue la trágica Gwen Stacy, el gran amor del hombre araña, una hermosa compañera de la universidad más inteligente que él. Stacy terminó asesinada por el duende verde, quien descubre la identidad secreta de Parker y decide atacarlo donde más le duele. “La muerte de Gwen Stacy” es una de las sagas más impactantes en la historia de los comics de súper héroes, pues antes de eso nadie había intentado asesinar al interés romántico de un héroe. Podían morir personajes secundarios del elenco, no la pareja del héroe. El hombre araña simplemente no alcanza a llegar a tiempo para salvar a Gwen cuando el Duende Verde la arroja de un puente. A Parker, toda su vida lo perseguirá la culpa por eso, que se sumará a la culpa de la muerte del tío Ben. Y a diferencia de otros personajes de la industria, Gwen nunca revivió, aunque en un universo alterno existe el popularísimo personaje de Spider-Gwen.

Finalmente, tenemos a Mary Jane, quien llegaría a ser la esposa del hombre araña y en algunas realidades (Marvel Comics usa y abusa del concepto de realidades alternas en el multiverso) la madre de la hija del hombre araña. Mary Jane fue diseñada en el guión por Stan Lee y en el aspecto gráfico por quien, en mi opinión, es el artista supremo del hombre araña, John Romita padre. Grandes dibujantes de la industria como Steve Ditko (el primer dibujante del hombre araña), Gil Kane, Todd McFarlane, Mark Bagley o el mexicano Humberto Ramos han aportado su toque al mundo del hombre araña. No obstante, nadie definió de manera tan trascendental la estética del universo arácnido como Romita. Una actriz y super modelo frívola pero cariñosa y muy valiente, Mary Jane se convertiría muchos años en la compañera de vida de Parker, hasta que Marvel Comics quiso rejuvenecer y cambiar la historia para nuevas audiencias.

spiderman-serie-1967.pngEl asombroso hombre araña ha pasado por múltiples adaptaciones en revistas, tiras cómicas de periódico, animadas, televisivas, cinematográficas, en videojuegos y hasta en un prodigioso musical de Broadway que, les presumo, alcancé a ver antes de que lo cancelaran por los múltiples accidentes acrobáticos que sufría el actor interpretando al hombre araña. Difícil pasar por alto la contribución de Spiderman The Animated Series en la década de 1990 o la caricatura The Spectacular Spiderman. También el hombre araña en 3d y en fin, cada quien tiene sus adaptaciones preferidas, incluso una tan controvertida como el hombre araña y sus sorprendentes amigos: el Hombre de Hielo (sí, el de los X-MEN) y Estrella de Fuego. El arácnido ha enfrentado individualmente a supervillanos de la talla del Doctor Doom, Thanos o Juggernaut. El hombre araña ha protagonizado o participado en sagas decisivas de la historia del comic de súper héroes donde se reúnen muchos de los grandes personajes de la compañía Marvel. Desde Guerras Secretas, Actos de Venganza, Infinity War, Guerra Civil, Maximum Carnage hasta la recientemente llevada a la pantalla cinematográfica Spider-Verse, cuya adaptación animada fue premiada con el Oscar a la mejor película animada este año. En la versión comic de Spider-Verse, apareció Silk, uno de los personajes femeninos más interesantes que se han creado en el universo arácnido.

En México, yo he seguido las revistas arácnidas en Novedades Editores (con las insuperables traducciones del maestro Remy Bastien), Editorial Vid, Marvel México y Editorial Televisa. Con todo, lo más importante del hombre araña no son sus asombrosas aventuras de ciencia ficción. Lo rescatable es Peter Parker y su capacidad para hacer lo correcto sin importar el costo personal que le suponga, motivado por el recuerdo de sus costosísimos errores y la esperanza de no volver a cometerlos. Hacer lo correcto no es arriesgar la vida peleando con super villanos ficticios, sino sacrificar lo que uno quiere en la vida cotidiana por quienes lo necesitan. La nobleza de Peter Parker hace que uno recuerde con ternura la letra en español de la canción de la caricatura original “¡Spiderman, eres mi amigo!” (disponible en Youtube: (pulsa aquí))

“Con un gran poder viene una gran responsabilidad” repite una y otra vez el arácnido, a diferencia de Superman quien en una de las sagas más recientes y brillantes de DC Comics (la competencia de Marvel) se convierte en un dictador fascista en la historia Injustice. Eso nunca podría pasarle al arácnido. Sobra decir que el asombroso hombre araña es mi super héroe predilecto y en mi opinión, la creación más afortunada de la vasta imaginación de Stan Lee. Sigo pensando que su ejemplo es el correcto para inspirar a niñas y niños del mundo.

A diferencia de Batman o Superman, en los cómics de Spiderman, el verdadero héroe no es el Hombre Araña sino Peter Parker.

 

Por Arturo Rodriguez García

Creador del proyecto Notas Sin Pauta. Es además, reportero en el Semanario Proceso; realiza cápsulas de opinión en Grupo Fórmula y es podcaster en Convoy Network. Autor de los libros NL. Los traficantes del poder (Oficio EdicionEs. 2009), El regreso autoritario del PRI (Grigalbo. 2015) y Ecos del 68 (Proceso Ediciones. 2018).

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