Por Angélica Velázquez / Imagen: Sitio Oficial SodaStereo
Estoy en la oficina, faltan 2 minutos para que inicie una reunión importante por la que he esperado semanas, acabo de responderle a Arturo Rodríguez a su invitación a escribir un texto sobre Cerati y mientras conecto el proyector llega su respuesta, nerviosa volteo el celular para no distraerme, pero unos segundos después me gana la curiosidad y abro su mensaje, se conectan todos a la conferencia y yo tengo que moderar mi emoción por su amable respuesta (es tan correcto para responder que como cliché de película chafa lo leo con su voz). Termina mi llamada y lo primero que pienso es Fuck! ¿Ahora que escribo, que no se haya dicho ya?
Releo la solicitud, un texto sobre la trascendencia de él y su música, las causas de su popularidad, el contexto histórico… ¿en que me metí? Sobran biografías, entrevistas, artículos, etc. Hasta National Geographic sacó recién el documental “Bios: Vidas que marcaron la tuya”, el nombre lo dice todo; Twitter estuvo lleno de mensajes y hashtags por los 60 años de su nacimiento, hubo programas especiales, ¿hace falta que justifique su trascendencia? Pues… ahí voy.
“Gustavo Cerati fue un arquitecto del sonido” dijo Charly García en el 2014, el día que Cerati falleció, me gusta esa definición porque además de poética es bastante precisa; como los arquitectos, crea, edifica, planea y construye; pudo ser tan popular como pretencioso, pudo mezclar los ritmos bailables y las letras pegadizas con algo más que lo hace único, es un líder, su voz es excepcional, un gran guitarrista y compositor, se escapa de lo prefabricado y nunca se repite, no tiene miedo de experimentar, se aleja de los lugares cómodos, se reinventa, cambia, crece, se exige. Sus influencias están ahí, The Police, David Bowie, The Cure, Led Zeppelin, Spinetta y el mismo García, pero no se conformó con estar a su sombra. No sé si revolucionó el rock o no, pero estoy segura de que después de 30 años de escucharlo, aun no me canso y a la distancia sigue siendo un referente del rock argentino.
Tuvo la suerte de encontrarse con otros dos grandes con los que hizo equipo e incorporó novedades sonoras que eran ajenas a su tiempo y a su lugar, hasta que encontraron su propio estilo. Supo penetrar en la cultura popular y llegar a las masas, sin dejar de atrapar a las minorías de melómanos, con una obra equilibrada e impecable.
En 1982, mientras se derrumbaba la dictadura militar argentina tras 6 años en el poder, y después de una dura derrota en la guerra con Gran Bretaña por las Islas Malvinas, Soda supo componer canciones para un público cansado y ansioso, ganando seguidores a los que seducía con la calidad de sus canciones y su estética glam.
Le pregunté a mi argentino de confianza, por qué cree que Cerati fue tan popular, qué hizo diferente al resto de los artistas de los ochentas y qué lo mantiene vigente, él cree que se debe a que llegaron a un público al que el rock tradicional le era ajeno, el punk les resultaba poco amigable, y que huían de la música intelectual y de protesta, encontrando el equilibrio en este trío que se quería ganar un lugar en un mundo, cuando los viejos aún se peleaban por un país agotado y debilitado.
Pero también cree que mucho tuvo que ver que en una época donde el rock argentino estaba volcado hacia el folklor, Cerati trajo “sonidos británicos”, llenando la escena de una nueva frescura. Cerati fue cosmopolita cuando todos los demás eran contestatarios y paradójicamente eso influyó en su rápido ascenso. Sin embargo, la clave de su permanencia fue su capacidad de reinventarse, de transformarse y sonar siempre actual, y la buena manufactura de su música le abrió todas las fronteras en Latinoamérica.
Tras la ruptura con Soda, Cerati mantuvo una carrera activa como solista, cautivando a sus antiguos seguidores con un sonido diferente y capturando a nuevas generaciones fusionando el rock con sonidos electrónicos, folk y pop sicodélico.
Sus líricas son sencillas y profundas, con simbolismos y metáforas, las frases de sus canciones viven como himnos de varias generaciones y se adaptan a nuestras vivencias porque maduraron con nosotros. Como compositor habló del amor, de las relaciones humanas, de la esperanza, del dolor y del placer, invitando a la reflexión introspectiva y tocando las fibras más íntimas de sus escuchas, yendo desde la melancolía hasta la euforia.
Té para tres me seguirá haciendo un nudo en la garganta al recordarme el momento que me dieron el diagnóstico del cáncer de mi papá, de mi angustia de tener que ser yo quien se lo notificaba, de imaginarme el dolor de mi mamá cuando se enterara. Como contraparte, Ella usó mi cabeza como un revolver, me remite al soundtrack para el sexo casual con el profe de francés que me volaba la cabeza hace 20 años. Y así podría seguir describiendo las situaciones y vivencias en las que Cerati me ha acompañado: los fracasos, los adioses, los lugares a donde dejas una parte de ti, los amores a los que quiere tener “un día más”.
Gustavo supo sacudir al mundo, inspirar y dejar huella, sé que suena a lugar común, pero pienso que, a 10 años de su último disco, ya podemos hablar de un legado más que de una fiebre temporal, además, los datos de Spotify confirman que, a la fecha, sigue encontrando nuevos caminos para hacerse escuchar, con los 5 millones de oyentes mensuales que tiene Soda Stereo y los 2.4 millones de Cerati solista.
Ahora escucho Tráeme la noche, pienso en ese momento cuando me despido del tipo que me vuela la cabeza ahora, y en esa transición entre la euforia de estar con él y la tristeza de tener que esperar hasta la próxima vez… y si, Cerati me sigue acompañando.
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