Por Arturo RodrĆguez GarcĆa
A punto de llegar a su primer informe de gobierno, la fuerza polĆtica individual de AndrĆ©s Manuel López Obrador supera al sistema de partidos. El mandatario tiene una alta popularidad y, no obstante la inmovilidad y las malas cuentas que entrega en diferentes rubros de la administración, sus opositores son prĆ”cticamente invisibles.
Hay crisis en las principales fuerzas polĆticas del paĆs y el fenómeno se relaciona necesariamente con la presencia polĆtica de López Obrador, que supera a la institucionalidad partidaria inclusive en Morena, la formación que fundó como trampolĆn electoral.
En las semanas recientes los partidos con mayor presencia electoral, o bien, aquellos que hasta hace poco la tuvieron, padecen complicaciones internas, extravĆos de la ruta a seguir tras sus respectivas estrepitosas derrotas de 2018. La Ćŗnica excepción es Ā Movimiento Ciudadano, partido que agrupa a miembros de otras formaciones, principalmente expriĆstas, donde hasta ahora se le ha respetado el cacicazgo a Dante Delgado.
El caso mĆ”s reciente es del PRD, con su anuncio de cesión de registro y posterior retractación: el pasado fin de semana anunció se extinguĆa como tal para dar paso a una corriente aglutinadora de participaciones ciudadanas que pretenden llamar Futuro 21.
La oferta es risible: dominados por JesĆŗs Ortega y JesĆŗs Zambrano, āLos Chuchosā, conocidos por su colaboracionismo y entrega al peƱnietismo, dicho partido convoca a personalidades de pĆ©sima fama como el patiƱo de 2012, Gabriel Quadri, a encabezar un movimiento en el que nunca se han planteado la autocrĆtica, la corrupción como conducta persistente en su cĆŗpula y los liderazgos proclives a la negociación oscura, como origen de su debilitamiento.
Tercera fuerza electoral, el PRI eligió dirigente en la intrascendencia y con las renuncias de dos miembros destacados, JosĆ© Narro Robles e Ivonne Ortega Pacheco, quienes cada uno por su lado denunció fraude y manipulación en la elección del pasado 18 de agosto, fecha desde la cual, Alejandro Moreno CĆ”rdenas, el nuevo dirigente, selló su irrelevancia en el desatino de los espectaculares āRegresaremosā, que motivaron la burla generalizada.
La segunda fuerza, el PAN, es desplazada por el activismo empresarial, señaladamente de la Coparmex, que lo vuelve una nada en el debate público. Como en los otros dos casos, con su desprestigio a cuestas, el PAN sigue acumulando inconformidades en sus filas por la conducta de una cúpula inescrupulosa.
Lo mÔs sorprendente es el cauce que toma la debilidad de Morena que se expresa en las pugnas facciosas y estridentes, estalladas en la ruta en torno a la renovación de dirigencia y que hizo crisis durante el cambio de la mesa directiva en el Senado, dejando muchas heridas abiertas.
Asistimos pues a un problema grave en la situación de los partidos que, en el caso de los que son oposición, han patentado su incapacidad para reformular sus ofertas, nombres, y objetivos, asà como de aprovechar el desastre partidista del morenismo que siendo fuerza en el poder tiene disputas en las que los dichos y tonos hacen inviables las reconciliaciones para su consolidación como opción electoral mÔs allÔ de López Obrador.
La gravedad de la situación radica en que, en un modelo democrĆ”tico, las diferentes opciones se supone construyen los cambios. Y por lo pronto, sus crisis, dejan libre el camino a una visión Ćŗnica que domina el debate pĆŗblico a golpe de maƱaneras y tuitazos. Es la voz presidencial, tan poderosa que al llegar su primer informe carece de contrapesos y hasta se da la oportunidad de burlarse de sus opositores y āsardónica– recomendarles estrategias para su reagrupamiento.
En tanto, a muy pocos parece importarles hoy el pluralismo democrƔtico.
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