Por Arantxa de Haro / Imagen: @sandriuxTorres (Twitter)

Por razones desconocidas cuando despierto de un mal sueño, mi fase REM se queda a medias, y veo el sueño al mismo tiempo en que intento despertarme. Mi lenguaje se colapsa. Soy incapaz de articular frases coherentes, quedo inerte y pasmada, enfrentando el horror de quedarme sin voz lúcida. Supongo que es una particularidad no limitativa al sueño físico, sino extendido al despertar ideológico: transitar de un profundo sueño a enfrentarse a una crisis ideológica de proporciones monumentales colapsa el habla y el pensamiento de quienes la sufren.

Estos días han sido difíciles, terroríficos. No sólo he estado sacando las narraciones de vivencias y testimonios que han estado dentro de mi psique, sino que las reacciones de los terceros me hace reflexionar y descubrirme rodeada del terror. Las manifestaciones somáticas se hacen patentes, la falta de sueño y el nudo en el estómago me acompañan camino al trabajo. Y la sombra del pesimismo me persigue.

En busca de encontrar refugio, contacto a mis amigos de un grupo que tenemos en Twitter el cual llamamos “Accidentes del Tafil”. El hombre del poncho amarillo sólo se limita a decir que las tensiones en Guanajuato capital, se sienten. Me pasó una foto, y mi horror se acrecentó.

Guanajuato en caos. Lleno de pancartas exigiendo justicia, el paro de la universidad, las manifestaciones de las pañoletas verdes. Podría sentir orgullo, pero mi sentimiento más predominante es de impotencia. ¿Cuántas mujeres han sido asesinadas? ¿dónde quedó la justicia? Ese paraíso bohemio, lleno de estudiantes, se ha convertido en el reflejo que la realidad nos ha alcanzado. Las mujeres exigen justicia, exigen sentirse seguras en la universidad, exigen el derecho de estudiar y vivir sin ser violentadas. La marea verde no es un “fenómeno capitalino”, es la manifestación de la inconformidad, la impotencia.

La reacción por la muerte de Ana Daniela no se ha hecho esperar. No sólo Guanajuato capital está paralizada. Las sedes en el resto del estado también se encuentran en paro de actividades, así como la cede de la UNAM que está por el rancho Fox, se ha solidarizado (según se ha comentado en redes sociales).

No me habré graduado de la Universidad de Guanajuato, ni tampoco llegué a vivir allí, sin embargo la lucha la comparto. Hoy mis compañeras han tomaron las calles y protestaron por el dolor de la pérdida de una de nosotras. Hoy mis compañeras protestan que quieren que sus papás vengan a Guanajuato a verlas graduarse, no ha recoger un cuerpo. Las abejas de Guanajuato representan una luz de esperanza ante este terrible panorama.

#NiUnaAbejaMenos

Por Arantxa De Haro

Escritor amateur, multidisciplinario por pasatiempo, aficionado a los idiomas

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