
En Palabras de un Underdog
Por Luis MuƱiz
Con el pretexto de la nueva rolita de los Rolling Stones.
Desde que comenzó la pandemia en MĆ©xico, no habĆa utilizado el transporte pĆŗblico de la Ciudad de MĆ©xico. Aunque he tenido que seguir saliendo de lunes a viernes en los horarios que regularmente funciona una oficina al puro estilo GodĆn.
Sin embargo con la entrada de la famosa, confusa y aterradora Fase 3, que entre sus puntos indica el hoy no circula obligatorio (que en mi infinita ignorancia yo no entiendo cómo eso es preventivo ya que todos los que usamos vehĆculos para desplazarnos, por lo menos una vez a la semana tendremos que usar transporte pĆŗblico aumentando la demanda regular de este o pagar un taxi; cosa que no ayuda ni a mi bolsillo ni a mi paranoia).
Por lo que hoy fue mi regreso oficial a la lĆnea 1 del MetrobĆŗs.
Al llegar a la estación āReformaā dos oficiales con cubrebocas azules y guantes de lĆ”tex no te permitieron el ingreso sin que antes me aplicara gel antibacterial que ellos mismos proporcionan; el ācarroā no tardó mĆ”s de lo habitual, 5 a 10 minutos, al abordar, se encontraba casi poco mĆ”s de la mitad de su ocupación total; todos los asientos ocupados, pocos Ćbamos de pie y yo sentĆ como si fuera fin de semana al mediodĆa, asĆ me lo imaginĆ©.
Me dispuse a ponerme mis audĆfonos, leer algo y solo ādisfrutarā el viaje, del paisaje y no pensar nada mĆ”s. No lo logrĆ©, no pude no pensar, no se me da no imaginar, no elucubrar.
Todo lo que mis ojos captaron detonaron un mar de ideas: los negocios cerrados; lugares que me gustaba visitar con las cortinas abajo, las calles casi vacĆas y decir ācasiā hablando que transitaba sobre Insurgentes Sur es demasiado (pero aĆŗn se ve gente que por distintos motivos y muy sus razones estĆ”n / estamos en la calle).
ImaginĆ© entonces un escenario post-apocalĆptico, un mundo post-humanidad; la ficción nos ha dado mucho material de donde cortar e imaginar.
Las calles solas, los pocos que nos encontramos en ellas desconfiados unos de otros, ¿quién serÔ el que pone en riesgo a los demÔs? alejados, temerosos y algunos, hostiles.
āNo hay lugar como el hogarā frase que nunca habĆa tenido tanto sentido como hoy para mĆ.
La CDMX pareciera que estĆ” en la transición de āGran urbeā a āpueblo fantasmaā y nosotros fantasmas, unos que penamos por las calles y otros mĆ”s observan desde su ventana cual alma atrapada en su limbo personal.
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