FotografĆ­a: Perenganita MartĆ­nez / Unsplash

En Palabras de un Underdog

Por Luis MuƱiz

Con el pretexto de la nueva rolita de los Rolling Stones.

Desde que comenzó la pandemia en México, no había utilizado el transporte público de la Ciudad de México. Aunque he tenido que seguir saliendo de lunes a viernes en los horarios que regularmente funciona una oficina al puro estilo Godín.

Sin embargo con la entrada de la famosa, confusa y aterradora Fase 3, que entre sus puntos indica el hoy no circula obligatorio (que en mi infinita ignorancia yo no entiendo cómo eso es preventivo ya que todos los que usamos vehĆ­culos para desplazarnos, por lo menos una vez a la semana tendremos que usar transporte pĆŗblico aumentando la demanda regular de este o pagar un taxi; cosa que no ayuda ni a mi bolsillo ni a mi paranoia). 

Por lo que hoy fue mi regreso oficial a la lĆ­nea 1 del MetrobĆŗs.

Al llegar a la estación ā€œReformaā€ dos oficiales con cubrebocas azules y guantes de lĆ”tex no te permitieron el ingreso sin que antes me aplicara gel antibacterial que ellos mismos proporcionan; el ā€œcarroā€ no tardó mĆ”s de lo habitual, 5 a 10 minutos, al abordar, se encontraba casi poco mĆ”s de la mitad de su ocupación total; todos los asientos ocupados, pocos Ć­bamos de pie y yo sentĆ­ como si fuera fin de semana al mediodĆ­a, asĆ­ me lo imaginĆ©.

Me dispuse a ponerme mis audĆ­fonos, leer algo y solo ā€œdisfrutarā€ el viaje, del paisaje y no pensar nada mĆ”s. No lo logrĆ©, no pude no pensar, no se me da no imaginar, no elucubrar.

Todo lo que mis ojos captaron detonaron un mar de ideas: los negocios cerrados; lugares que me gustaba visitar con las cortinas abajo, las calles casi vacĆ­as y decir ā€œcasiā€ hablando que transitaba sobre Insurgentes Sur es demasiado (pero aĆŗn se ve gente que por distintos motivos y muy sus razones estĆ”n / estamos en la calle).

Imaginé entonces un escenario post-apocalíptico, un mundo post-humanidad; la ficción nos ha dado mucho material de donde cortar e imaginar.

Las calles solas, los pocos que nos encontramos en ellas desconfiados unos de otros, ¿quién serÔ el que pone en riesgo a los demÔs? alejados, temerosos y algunos, hostiles.

ā€œNo hay lugar como el hogarā€ frase que nunca habĆ­a tenido tanto sentido como hoy para mĆ­.

La CDMX pareciera que estĆ” en la transición de ā€œGran urbeā€ a ā€œpueblo fantasmaā€  y nosotros fantasmas, unos que penamos por las calles y otros mĆ”s observan desde su ventana cual alma atrapada en su limbo personal.

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