chacal
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Por Ezra Alcazar

Ahora mismo ya no sé qué debería escribir, no sé siquiera si debería escribir. Tal vez lo mejor sería que volviera a la habitación, prender un cigarro y,  mientras lo fumo, escoger un capítulo más de Seinfeld para verlo por décima ocasión. Pero no, no puedo resistirme a sentarme aquí y seguir hablando de esto. 

Me gustaría entrar en las ligas menores del debate para decir —como el espectador de todo que acostumbro ser— que los intelectuales no están siendo cómo deberían ser. Que algunos deberían mirarse en sus cotos de poder como Octavio Paz miró al PRI y a algunos personajes políticos en su Ogro filantrópico. Y digo Paz porque esos intelectuales que estuvieron de su mano parecen no tener la capacidad del análisis que su maestro —no sé si Paz lo logró—, pero sí quiso pensar. Vivimos en momentos de cambio, y repensar al intelectual (su función, su poder y su relación con el gobierno y el empresariado), después de una época neoliberal fallida que requiere de un cambio que se hace más urgente con la emergencia sanitaria. 

Pero yo no quiero ni debo iniciar este análisis, el debate de las y los intelectuales debe empezar con su autocrítica. 

Lo que me trae ahora y no me deja ir a la habitación a ver un capítulo más de Seinfeld (el cigarro ya lo estoy fumando), es decir que esto es una canallada. Es una canallada hablar de libertad de expresión desde su coto de poder cuando sabemos (al menos los que vivimos y vemos desde más abajo, cerca de la realidad) que la libertad de expresión en México vive y ha vivido bajo asedio desde hace mucho tiempo. Desde el 2000 se han documentado más de 150 asesinatos de periodistas relacionados con su labor informativa. Por el gobierno, por el narco, por empresarios y otros tantos grupos de poder. Los periodistas viven y ejercen día a día en México con su integridad física, económica, emocional y familiar bajo asedio. La libertad de expresión ha estado y está bajo asedio porque intelectuales engolosinados por cantar al oído del rey, validaron la falsa “libertad de expresión” de esos poderes fácticos como una virgen en un altar, que sólo está ahí representando la ilusión de lo que nunca será. 

En México está bajo asedio la libertad de expresión porque hace apenas en 2017 y 2018 no había una manifestación que no fuera reventada con infiltrados y reprimida. Porque el gobierno de Peña Nieto fue un oscuro y violento regreso del PRI después del horror de la violencia en las calles desatado por el panismo. Porque en los gobiernos del PRI y el PAN que tantas revistas compró para que las leyeran los mismos fantasmas que votaron por ellos en las bodegas de las oficinas, los que ahora reclaman libertad de expresión desde columnas de opinión en diarios y programas de televisión, esos mismos, no reclamaron la libertad de todas y todos los que no estábamos en su estrato social o su consejo editorial. La libertad de expresión está bajo asedio cuando se enuncia frívolamente por intereses de poder económico y político. 

Es hora de regresar a debates que se quedaron olvidados en la apariencia de democracia. Apenas hace unos días en Simulacro (programa de Convoy Network), Arturo Rodríguez y Olallo Rubio entrevistaron a José Woldemberg, quien atinó a decir que desde hace un par de décadas (tal vez más, pero ahora no lo escucharé otra vez), México vivió una democracia germinal, sin embargo a Woldemberg se le pasó un detalle, que uno de los problemas fue el no seguir cultivándola, y por el contrario, creer que ya la teníamos hecha. Pero la democracia no es algo que se cocina una vez y se consume infinitamente, por la democracia y la libertad hay que trabajar día a día. 

Los abajofirmantes intercambiaron la libertad de expresión y la democracia de un país por su lugar dentro del juego político. Inventaron un cuento con muchas voces en donde disfrazaron a un sistema corrupto, violento e intolerante de una democracia con libertad de expresión plena. 

Ahora que las voces crecen gracias a las redes y que el debate de lo público es  un poco más público, exigen libertad de expresión, e inventan un nuevo cuento  que también daña al país. Porque sí hay que defender la libertad de expresión, pero no así. No disfrazando una pelea por poder político en una batalla por la libertad, cuando lo que no les gusta es que la libertad de expresión sea para todas y todos. 

Había dicho que lo mejor era ir a ver la tele y fumar un cigarro, no ponerme a escribir todo este enojo ante el cinismo y la trampa. Y es que cuando uno quiere tanto algo, lucha por ello. Como creo que hemos hecho muchos a lo largo de los años por una democracia más real, porque la vida sea menos desigual. Es por eso, porque muchos queremos eso, que indigna lo que hacen con las palabras, la forma retorcida de su retórica hiperbólica que disimula resentimiento, su desazón por sus propios privilegios. 

Yo también tengo resentimiento ahora. Se han cumplido seis años de la desaparición de 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014 cuando un grupo de estudiantes normalistas se dirigían hacia la Ciudad de México para participar en la marcha conmemorativa del 2 de octubre de 1968 —otra barbarie. Seis años de recordar el horror de Ayotzinapa, 52 años de recordar la noche de Tlatelolco, años y tragedias que se recuerdan y se nombran en pie de lucha justo porque no había libertad de expresión. Yo también tengo un desazón porque cuando la libertad de expresión de la mayoría ha estado bajo asedio, los que ahora la defienden, callaron. 

Ya lo decía desde hace rato, no debía sentarme a escribir, y no por irme a ver la tele y fumar un cigarro. Sino porque la luz volvió, y entiendo que siempre es mejor leer que escribir, como siempre es mejor escuchar que hablar. Ahora sí voy a callar, para escuchar con quien quiera acompañarme lo que Cortázar —sin querer, pero cayendo— escribió en su “Policrítica en la hora de los chacales”:

De qué sirve escribir la buena prosa,
De qué vale que exponga razones y argumentos
Si los chacales velan, la manada se tira contra el verbo,
Lo mutilan, le sacan lo que quieren, dejan de lado el resto,
Vuelven lo blanco negro, el signo más se cambia en signo menos,
Los chacales son sabios en los télex,
Son las tijeras de la infamia y del malentendido,
Manada universal, blancos, negros, albinos,
Lacayos si no firman y todavía más chacales cuando firman,
De qué sirve escribir midiendo cada frase,
De qué sirve pesar cada acción, cada gesto que expliquen la
Conducta
Si al otro día los periódicos, los consejeros, las agencias,
Los policías disfrazados,
Los asesores del gorila, los abogados de los trusts
Se encargarán de la versión más adecuada para consumo de
inocentes o de crápulas,
fabricarán una vez más la mentira que corre, la duda que se
instala,
y tanta buena gente en tanto pueblo y tanto campo de tanta
tierra nuestra
que abre su diario y busca su verdad y se encuentra
con la mentira maquillada, los bocados a punto, y va tragando
baba prefabricada, mierda en pulcras columnas, y hay quien
cree
y hay quien olvida el resto, tantos años de amor y de combate,
porque así es, compadre, los chacales lo saben: la memoria es
falible
y como en los contratos, como en los testamentos, el diario de
hoy con sus noticias invalida
todo lo precedente, hunde el pasado en la basura de un presente
traficado y mentido.

Entonces no, mejor ser lo que se es,
Decir eso que quema la lengua y el estómago, siempre habrá
Quien entienda
Este lenguaje que del fondo viene
Como del fondo brotan el semen, la leche, las espigas.
Y el que espera otra cosa, la defensa o la fina explicación,
La reincidencia o el escape, nada más fácil que comprar el diario
Made in USA
Y leer los comentarios a este texto, las versiones de Reuter o
De la UPI
Donde los chacales sabihondos le darán la versión satisfactoria,
Donde editorialistas mexicanos o brasileños o argentinos
Traducirán para él, con tanta generosidad,
Las instrucciones del chacal con sede en Washintong,
Las pondrán en correcto castellano, mezcladas con saliva
nacional
Con mierda autóctona, fácil de tragar.
No me excuso de nada, y sobre todo
No excuso este lenguaje,
Es la hora del Chacal, de los chacales y de sus obedientes:
Los mando a todos a la reputa madre que los parió,
Y digo lo que vivo y lo que siento y lo que sufro y lo que
Espero.

Diariamente, en mi mesa, los recortes de prensa: París,
Londres,
Nueva York, Buenos Aires, México City, Río. Diariamente
(en poco tiempo, apenas dos semanas) la máquina montada,
la operación cumplida, los liberales encantados, los
revolucionarios confundidos,
la violación con letra impresa, los comentarios compungidos,
alianza de chacales y de puros, la manada feliz, todo va bien.
Me cuesta emplear esta primera persona del singular, y más me
Cuesta
Decir: esto es así, o esto es mentira. Todo escritor, Narciso, se
Masturba
Defendiendo su nombre, el Occidente
Lo ha llenado de orgullo solitario. ¿Quién soy yo
Frente a los pueblos que luchan por la sal y la vida,
Con qué derecho he de llenar más páginas con negociaciones y
Opiniones personales?
Si hablo de mí es que acaso, compañero,
Allí donde te encuentran estas líneas,
Me ayudarás, te ayudaré a matar a los chacales,
Veremos más preciso el horizonte, más verde el mar y más
Seguro el hombre.
Les hablo a todos mis hermanos, pero miro hacia Cuba,
No sé de otra manera mejor para abarcar la América Latina.
Comprendo a Cuba como sólo se comprende al ser amado,
los gestos, las distancias y tantas diferencias,
las cóleras, los gritos: por encima está el sol, la libertad.

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