
PAOLA CAMARENA
Salgo de la oficina, son las 6:30 de la tarde. Ya oscureció. Trato de buscar la ruta más iluminada. Es más larga. No importa, está oscuro.
“¿Llega hasta la base?” El chofer asiente. El micro empieza a quedarse vacío pero aún no llego a mi parada. “Me bajo junto con esa señora”, pienso. “No, solo son dos cuadras más”, pienso.
Camina, camina, camina, camina. Tranquila pero a paso firme, rápido. Atenta. Siempre atenta. Que no te vean asustada. Me quito un audífono para escuchar lo que pasa a mi alrededor. Hay una taquería llena de gente. Un punto de luz. Me relaja un poco. Faltan dos cuadras más.
Un señor me empieza a gritar cosas. No entiendo bien lo que dice. Camina, camina. Mi cuerpo se tensa, quiero correr.
Viene una camioneta avanzando muy lento, ¿por qué no me pasa?
Camina, camina, ya casi.
Abro la puerta, me recibe mi mamá.
A veces, cuando la desconfianza de afuera es muy grande, cuando el mundo es un lugar abrumador, quiero llegar a llorar, a abrazarla. Quiero llegar a decirle, mami aquí estoy, estoy bien, salí, hice cosas. Hice mi vida y sonreí y volví completa. Te prometo que a mí no me va a pasar nada. Yo me cuido. Mis amigas me cuidan. Estoy bien.
“Hola mami, sí”. “No, no tengo hambre, gracias”. “Sí, estoy cansada”.
El gato me maúlla. Me acuesto. La tensión que mi cuerpo sentía en el momento en el que el señor me decía cosas en la calle, comienza a transformarse en un dolor particular. Las pantorrillas duelen, los antebrazos, el cuello. Siento como si hubiera corrido un maratón.
“Zayra desapareció a treinta pasos de su casa”, me aparece al inicio del twitter.
#TeBuscamosMariana, #TeBuscamosXimena, #TeBuscamosMaye. Retuit. Like. No, ‘me importa’. No, ‘me entristece’.
“¿Llegaste bien?” Aparece un mensaje en mi pantalla. Llegué bien y estoy a salvo. También lo está mi hermana, mis amigas. Veo sus historias, una de ellas acaba de compartir un meme.
Cierro los ojos.
¿Dónde están las demás?
¿Dónde están las que nunca volvieron?
Nos faltas Marijo, nos faltas Ángela, nos faltas Jessica, nos faltas Lesvy, nos faltas Fer.
Nos falta memoria para nombrar a todas las que se han llevado.
Nos falta voz para gritar por ellas.
Nos falta justicia.
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