
LABERINTOS MENTALES / POR: ARANTXA DE HARO
Cuando la palabra “intimidad” se llegó a manifestar existente en mi limitado acervo lingüĆstico, junto con ella las acepciones a lo carnal tambiĆ©n transminaron como aquella humedad fugitiva que se cuela en las paredes de piedra… piedra que podrĆa ser mi mente. MĆ”s allĆ” de los usos de las palabras que un diccionario puede enseƱar, las vivencias hacen que le demos un significado diferente a las palabras. Supongo que es cuando adquiere una dimensión distinta entre simplemente saber que existe, o comprender de quĆ© va. Por ello mismo, los aƱos me han dado la perspectiva de comprender que hay cuestiones que considero mĆ”s valiosas que un pasajero placer corporal.
Si bien las redes sociales nos han abierto las puertas hacia nuevos horizontes donde la cantidad de personas que conocemos nos hace replantearnos si en realidad vale la pena hacer tantos sacrificios personales en relaciones que nos hacen infelices. Por lo menos en mi caso, de haber nacido hace mĆ”s de setenta aƱos, tal vez estarĆa casada con hijos, a merced de una fortuna incierta, tal vez aguantando regĆmenes patriarcales.
No obstante, es ahora con esta contemporaneidad acelerada, que me he dado la oportunidad de sentarme con desconocidos, y conocer diferentes estilos de vida. Me he permitido asĆ mismo ejercer una autonomĆa hegemónica sobre mi cuerpo. He decidido activamente no tener familia de manera accidental, y no involucrarme con quien no he querido, ni fĆsica ni emocionalmente. Supongo que tengo un privilegio que en generaciones anteriores las personas gestantes de mi familia no habĆan tenido.
Pese a ello, hay algo que me atrae potentemente de algunas personas, y es la manera en la que configuran sus mentes. Sentarse con alguien e invitarle a vulnerarse emocionalmente, es en realidad, algo mucho mÔs fuerte que simplemente retirar las ropas que nos cubren. La vulneración emocional abre las arcas de nuestros secretos y debilidades, mismos que pueden ser usados en nuestra contra de caer en las manos de depredadores emocionales, chantajistas y entes manipuladores.
El placer carnal, en cambio, considero puede ser parcialmente reemplazado por tecnologĆa, dispositivos que pueden estimular terminales nerviosas. Supongo que ello, aunque puede causar cierto escozor en algunas personas (en su mayorĆa varones, pero no limitado a ellos), tal vez nos permita quitarnos la carga de objetos sexuales, y revalorar la intimidad por lo que es: una conexión de confianza, profunda y sincera.
Pero al profundizar, dentro de todos nosotros se pueden ver asomados nuestros demonios. Conocer de fondo a alguien es tambiƩn exponerse a las partes mƔs nocivas de esa persona. Y en ello, pudiera ser que nuestro interior y el de la otra persona sean como sustancias reactivas que a final de cuentas pueden desencadenar a un daƱo profundo de ambos.
Las emociones humanas pueden ser mĆ”s letales, intoxicantes y excitantes que el cuerpo (a mi manera de ver), pero estamos tan enajenados por el exceso de estĆmulos exteriores, que atrofiados estamos en poder conectar con otros. ExtraƱo, de verdad, personas que pudieran conversar con esa sinceridad. Esto tal vez sea lo que mĆ”s me duele de esta situación lĆmite que es la pandemia.
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