Foto Ilona Frey en Unsplash

DE UN MUNDO RARO / Por Miguel Ángel Isidro
Twitter: @miguelisidro

Cuentan las crónicas del antiguo Imperio romano que en los albores de su breve mandato (37-41 a.c), el emperador Calígula tuvo un caballo de carreras, llamado Incitatus, al que adoraba de manera desmesurada y extravagante.

Al corcel no sólo lo atavió con lujosas prendas y collares de piedras preciosas: le mandó construir caballerizas de mármol y era alimentado con copos de avena que eran aderezados con polvos de oro puro.

Los historiadores antiguos como Suetonio y Casio refieren que el colmo de los excesos llegó al grado de que el emperador Calígula nombró a Incitatus con el título de cónsul, una de las máximas posiciones políticas a las que podría acceder un ciudadano romano.

Ya en la actualidad, investigadores de la historia romana como Anthony A. Barret han concluido que las crónicas de Casio y Suetonio no eran del todo objetivas; y que fueron redactadas en un tiempo y contexto en el que resultaba políticamente conveniente exagerar ciertos hechos para contribuir al desprestigio de los emperadores de la dinastía Julio-Claudia, que se caracterizaron por ser absolutistas.

Sin embargo, sobre el episodio del caballo Incitatus, los investigadores se refieren a diversas expresiones usadas por Calígula para hacer patente su desprecio a instituciones como el Senado Romano, cuyas funciones, desde la visión del emperador -que se consideraba a sí mismo un Dios-, podrían ser desempeñadas de manera más eficiente por un animal domesticado, como era el caso de su adorado jamelgo.

Hacemos la referencia al episodio de la historia antigua para contextualizar lo que a nuestro juicio pareciera estar ocurriendo en el entorno del proceso electoral del presente año en México: la trivialización de la vida política nacional.

Actrices, reinas de belleza, actores, deportistas, celebridades de las redes sociales y los reality shows pasando por cantantes y hasta luchadores enmascarados aparecen en la abigarrada constelación de candidatos a cargos de elección popular, todos buscando obtener alcaldías, diputaciones o gubernaturas. Muchos de ellos, reconociendo no tener la más pálida idea de los asuntos de la administración pública, pero eso, como siempre, es lo de menos.

Por supuesto que el asunto no es nada nuevo. Durante los mandatos del “viejo PRI” pudimos ver a personajes de la farándula como David Reynoso, Silvia Pinal o Ignacio López Tarso ocupar cargos de representación popular y en años más recientes, de la mano de la transición política, vimos a personajes como Irma Serrano “La Tigresa” o la también actriz María Rojo alcanzar escaños a nombre de fuerzas políticas “progresistas” como el Partido del Frente Cardenista o el PRD. Cuestiones de la creciente pluralidad de la vida política, podríamos asumir.

Mucho se cuestionó al viejo régimen por permitir que personajes tan pintorescos como la comediante Carmen Salinas obtuviera una curul; pero también la Cuarta Transformación “no vende piñas”, y nos demostró que un personaje como el actor y cantante Sergio Mayer puede dejar momentáneamente el uso de prendas diminutas como las requeridas en su show “Sólo para mujeres”(sic) y sumarse alegremente a la renovación de la vida pública nacional (retesic).

Claro que este tipo de expresiones políticas no son fortuitas. Porque resultará probablemente complicado para muchos explicar, por ejemplo, a un turista extranjero cómo fue posible que un ex jugador de fútbol profesional con primaria trunca como Cuauhtémoc Blanco Bravo llegara a convertirse en gobernador del estado de Morelos, sin advertir que los únicos responsables fueron los ciudadanos que votaron por él en 2018, porque efectivamente, además de ya haber sido alcalde del la capital de aquella entidad, pues el señor no llegó al cargo producto de un golpe de Estado, sino por el delirio provocado por el hartazgo ciudadano, en una entidad que ya ha sido gobernada por el PRI, el PAN y el PRD, y que se asfixia en la criminalidad y el retraso a pesar de haber tenido como mandatarios a supuestas “vacas sagradas” de la política nacional como Jorge Carrillo Olea, Marco Antonio Adame Castillo y Graco Ramírez Garrido (requetesic).

Las motivaciones de los partidos políticos para impulsar este tipo de candidaturas es plenamente comprensible: se busca aprovechar la popularidad de éstos personajes para obtener votos que, en primera instancia les permitan conservar el registro de sus institutos, y si la suerte les sonríe, obtener un triunfo y su respectiva tajada del apetitoso banquete del poder. Pero lo que resulta todo un misterio es entender qué podría motivar a los ciudadanos a extender su confianza en los asuntos públicos a personas que hacen notable gala de no estar capacitados en la materia. El razonamiento podría ser (probablemente) que si con los políticos “profesionales” nos ha ido como en feria, qué más da entregar el timón de los asuntos de política y gobierno a alguien externo a dicho ámbito… bajo el mexicanísimo concepto del “a ver qué sale”.

Otra vertiente de éste mismo fenómeno se está dando por parte del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido en el poder, con la postulación de candidatos y candidatas con antecedentes políticos y personales controversiales. Son varios los casos, pero algunos de los que sobresalen son los de Félix Salgado Macedonio, Clara Luz Flores y Layda Sansores, postulados por Morena a las gubernaturas de Guerrero, Nuevo León y Campeche, respectivamente.

Más allá de los señalamientos en su contra como presunto responsable en casos de violación y abuso sexual, Félix Salgado Macedonio es un personaje impresentable. Sus prepotencias y franchelas fueron ampliamente documentadas durante su gestión como alcalde de Acapulco. Amante de la bravata como forma de debate, Salgado Macedonio es, en términos concretos, un fantoche de la política disfrazado bajo la piel de un autoproclamado “luchador social”.

Clara Luz Flores era hasta hace poco, integrante del PRI. Su esposo, Abel Guerra Garza es un reconocido cacique priista de Nuevo León. Los morenistas de aquella entidad, que se encontraban listos para apoyar las aspiraciones de Tatiana Clouthier tuvieron que guardar sus epítetos contra Clara Luz y tragar camote, porque la señora, que en su momento también estuvo vinculada al escándalo de la secta NXIVM de Keith Raniere, ahora es su flamante candidata a la gubernatura.

Y qué decir de la candidata de Morena a la gubernatura de Campeche, Layda Sansores, quien acumula más de dos décadas brincando de un cargo de elección popular a otro, bajo los auspicios de media docena de partidos políticos. En efecto, la señora Sansores hija de un prominente cacique priísta de Campeche (Carlos Sansores), ha militado en el PRI, el PRD, Convergencia, Movimiento Ciudadano, el Partido del Trabajo y Morena. Y para postularse a la gubernatura no dudó ni un segundo en dejar colgados de la brocha a los electores que la hicieron alcaldesa de Álvaro Obregón en la Ciudad de México, porque la sangre llama, y bajo ese principio reclama su derecho a gobernar su estado natal.

Siendo objetivos, en el caso de estas tres personalidades (Félix, Clara y Layda), su apuesta política radica en obtener el triunfo merced a los todavía elevados niveles de aceptación del Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien pese a negarlo, aparece como el principal promotor de sus respectivas aspiraciones.

Tal vez, el mensaje intrínseco en ese tipo de candidaturas tiene un sentido caligulesco: no importa el juguete, sino quién maneja el juego. El Presidente pone a los electores a prueba, y si su impulso basta para llevar a la victoria a personajes tan cuestionables, sería como si el voto ciudadano le extendiese un cheque en blanco para la segunda mitad de su mandato. Ése es sin duda otro de los riesgos de la excesiva concentración del poder en la figura presidencial.

Parafraseando al tristemente célebre ex gobernador de Guerrero Rubén Figueroa, la caballada no está solamente flaca: está pobremente entrenada, con muchos ejemplares mañosos y bastante correteados e incluso… se le han infiltrado otras especies, dos o tres mulas, algunos burros y uno que otro unicornio.

Y no perdamos de vista un hecho: el término de éste proceso intermedio representa el disparo de salida para la próxima elección presidencial. Así se juega la política en nuestro país. 

Veremos y comentaremos.

SOUNDTRACK PARA LA LECTURA:

Francisco Gabilondo Soler “Cri-Cri” (México) / “Los caballitos”

Los de Abajo (México) / “Los lunáticos”

Botellita de Jerez (México) / “El Jefe de Jefes”

Instituto Mexicano del Sonido (México) / “Político”

Por miguelaisidro

Periodista independiente radicado en EEUU. Más de 25 años de trayectoria en medios escritos, electrónicos; actividades académicas y servicio público. Busco transformar la Era de la Información en la Era de los Ciudadanos; toda ayuda para éste propósito siempre será bienvenida....

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