#ElCandidato

Un catálogo súbito de actitudes inicuas y apariciones milagrosas en los sitios que para ellos fueron siempre insospechados. De repente se les ocurre que la vida también existe allende el privilegio; la ridiculez, como carta de presentación, es la herramienta que, dicen los asesores, puede encantarle a los milénials o centénials o ellos qué saben, qué les importa. Se construye un episódico deseo por conectar con generaciones de manual en un país donde la superposición de problemas nos tiene viviendo un medievo de facto.

Asoman sus jeans, sus camisas ponchadas con el nombre en colores y tipografías amenas, los tenis para caminar kilómetros de olvido que serán puestos en el olvido apenas termine la campaña y se retiren a la generosa vida privada que gestiona el erario. Fotos, más fotos, videos, nuevas canciones, coreografías, desfiles de basura electoral disfrazada de esa vergonzante #FiguritaMexicana conocida como #ElCandidato.

Basura que cae en una cascada vertical en donde, dice Tadeo, nada puede crecer y nada fértil habrá hasta que sea verdaderamente horizontal. #ElCandidato prodiga sonrisas, apretones de mano, serenatas y más mierda displicente desde la atalaya de su ignorancia. Candidatos socráticos que en una ironía ofensiva asumen y presumen saber que no saben ni madres y eso es lo único que saben. #ElCandidato es la figura de la simulación y la hipocresía, una máscara de cera dentro de este carnaval de miserables.

Por Antonio Reyes Pompeyo

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