
Estaba buscando libros de Kobo Abe en amazon, porque me dio curiosidad una suerte de reseña que llegué a ver en algún momento en internet. No compré libros de él porque eran muy caros y supuse que algún día bajarían de precio. El algoritmo, esa inteligencia que funciona de formas encasilladoras, me regaló una sugerencia: Jun’ichirō Tanizaki. Después de investigar un poco, porque si iba a gastar dinero, al menos tendría que saber un poco del autor, decidí comprarlo. Resulta ser uno de los escritores más sobresalientes y estos Siete Cuentos Japoneses, un viaje a través de su literatura.
Un par de días después, ya estaba en mi librero.
El único autor japonés que había leído ya era Haruki Murakami, quien no me gustó. No por ser pretencioso, porque no es el caso, simplemente su narrativa no me atrapó. Eso, quizá, por muchos años, me hizo tener un prejuicio muy absurdo hacia la narrativa japonesa (y oriental en general). La consideraba extraña y extravagante. He llegado hasta la India, en cuestión de libros, pero más allá… apenas lo logré.
Algunos de estos cuentos, los de esta compilación, son cortos; mientras que los últimos 3 son bastante extensos. Hay algo que sí es muy cierto: sí es una forma diferente de aproximarse a la literatura. La narrativa de este escritor japonés es muy bella, y quizá sea su forma de describir mujeres es la más sobresaliente. Lo logra mezclando el más puro de los erotismos con una especie de lirismo del aspecto de la mujer en cuestión. De hecho, hay un fragmento relacionado a un solo pie que me parece lo mejor que he leído en este aspecto, y eso sin ser fetichista de este tipo. Lo transcribo aquí:
Para su experta mirada, un pie humano era tan expresivo como un rostro. Aquél era el colmo de la perfección. Dedos exquisitamente cincelados, uñas como las iridiscentes conchas del acantilado de Enoshima, un perlado y redondeado talón, la piel tan lustrosa que parecía bañada en las límpidas aguas de un manantial de montaña: se trataba, en fin, de un pie digno de ser nutrido por la sangre de los hombres, de un pie hecho para pisotear cuerpos.
Qué joya de narrativa y de pie, sin duda alguna.
Respecto a sus narraciones, uno que no está acostumbrado o que es su primera aproximación a este tipo de textos, podría pensar mal. Por ejemplo, los cuentos “Terror” o “El Tatuador” dan la impresión de estar incompletos. No es que se acabe de repente, o que la narrativa acabe como a mitad de la idea, es sólo que parecería que puede desarrollar más. Pero hay que enfatizar este punto: no son textos incompletos, sencillamente distintos a lo que uno podría estar acostumbrado.
Los textos más extensos son inmejorables en todo sentido.
El cuento de un hombre ciego es una historia basada en la vida real Japonesa, de un hombre que cuenta sus memorias a un desconocido. Un hombre ciego, entonces, lo que cuenta es desde la perspectiva de uno más en la historia, no alguien que lo decide. Su protagonismo es pasivo, por decir así, porque no toma las decisiones respecto a los eventos que van sucediendo a los reyes, reinas, destinos de las naciones. Este hombre llama la atención por sus habilidades para la música y con los masajes que logra hacer con las manos. Pareciera ser este, su tacto, su verdadera forma de ver a las personas, y con toda razón.
Algo que se repite en este, y los dos que siguen, es la importancia de la música.
El retrato de Shunkin trata sobre una mujer hermosísima que tiene grandes habilidades para la música. Un joven, Sasuke, se vuelve su compañero lazarillo pues ella pierde la vista a una edad muy temprana. Esto no impide que se vuelva una maestra en su arte, pero una muy severa. Su primer aprendiz fue Sasuke, que se iba a volver droguero, quien por sólo escucharla largamente a ella, a Shunkin, aprende también. Ella, pues, se vuelve grandiosa, lo cual, junto con ser parte de una familia acomodada, le gana enemigos. Quizá muchos. Uno de ellos, desconocido, le toma coraje y decide vengarse quitándole su belleza.
Esto resulta muy curioso en el desarrollo de este cuento: ella fue ciega desde muy joven, pero no quería que nadie viera su deformidad. Sasuke, para complacerla, y lo que los une casi por completo, decide cegarse. Este proceso de cegarse es indoloro pero extremadamente espeluznante.
Este señor puede crear grandes escenas de gran repelús o inconmensurable belleza con muy pocas palabras.
El último cuento, quizá el más atractivo, El puente de los sueños, tiene una extraña mezcla de un muy sutil realismo mágico con su buena dosis de incesto inocente pero, sobre todo: sabe sacar de onda muy bien. Es un cuento lleno de antagonistas. No puede estar uno seguro si el antagonista principal es el papá por sus planes tan invasivos, el hijo por su fijación maternal, la madrastra por su aparente interés de cuidado hacia el hijastro cuando en realidad sólo busca facilidades materiales. Es una muy buena mezcla de extrañezas varias.
Como primer aproximamiento, Tanizaki, es una gran opción. Es un gran representante de los nipones y no decepciona. Por momentos no parecería ser muy interesante, pero un par de páginas después, resulta increíble y bello de leer. Lo mejor es quitarnos nuestros prejuicios y lanzarnos a leer otras narrativas, por suerte, tenemos mucho de dónde elegir y, lo mejor: lograremos sorprendernos agradablemente.
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