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Por: Lorena Olvera Reséndiz

“Es una montaña rusa, un día te puede estar yendo de maravilla, pero el sentirte insuficiente hace que en un segundo todo se venga abajo (…). Hay días donde logras salir por un instante de esa depresión y vuelves al brillo de antes, pero solo por un tiempo, después tus mismos pensamientos te hacen creer que no tienes tiempo de ser feliz, que ya disfrutaste mucho.”

Cadereyta, Qro. – Derivado de la pandemia por Covid-19, los últimos meses han estado marcados por la pérdida de miles de vidas, empleos, deserciones escolares, etc. Desde inicios del 2020, nos enfrentamos a una situación que cambió nuestras vidas de manera radical, la cual, debido a su complejidad, ha derivado en una serie de consecuencias, entre ellas el incremento de estrés, ansiedad y depresión en la población mexicana.

Este tipo de estados mentales tienen que ver con las distintas realidades que se viven, los problemas con los que lidian las personas cotidianamente, así como a experiencias concretas de su pasado. Y, actualmente, la pandemia ha sido un factor de inestabilidad emocional: la constante preocupación y angustia, sumada a la tristeza y el dolor por el que atraviesan miles de mexicanos a causa de las situaciones a las que se enfrentan en el trabajo, el hogar e incluso la vida social.

¿Cuáles son las principales causas de la depresión, el estrés y la ansiedad durante la pandemia?

Ana Gabriel Villanueva Gómez, quien está a punto de concluir sus estudios de psicología clínica, sostiene que la depresión es un extremo muy grande, un nivel muy alto que sucede, sobre todo, con la pérdida de familiares, empleos, relaciones, amistades, estudios, actividades e incluso hasta metas; “la depresión generalmente sucede con los decesos, los fallecimientos de familiares, seres queridos. Es una situación muy difícil, sobre todo porque no solamente fallece uno, fallecen dos, tres, y así seguidos. Todavía no sales de un duelo, y ya estás perdiendo a alguien, o alguien más ya está enfermo y piensas “y si le pasa lo mismo a este familiar, y si lo pierdo”, entonces es como que otra preocupación demasiado grande”, afirma.

Y, según las estadísticas, al día hoy, en México ya son más de 222 mil defunciones a causa del coronavirus, lo que implica que miles de personas perdieron a sus padres, a su pareja, a sus amigos, abuelos, hermanos, tíos, etc. Significa que miles de personas murieron en soledad, sin poder despedirse o sentir una última caricia de sus seres queridos.

“Yo ya sabía que tenía depresión, ansiedad y estrés antes de la llegada de la pandemia, pero sin duda esta llegó a que todo me sobrepasara, el descontrol que viví durante 1 año y medio salió a relucir en los primeros 3 meses de pandemia haciéndome realmente sobrevivir. El no tener un espacio libre fuera de casa (un respiro), el perder contacto social, pero sin duda el fallecimiento de nuestros familiares o alguien cercano, me afectó demasiado”, comenta Daniela de 15 años, quien actualmente estudia la preparatoria en casa.

Por otro lado, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOEN) –realizada en febrero del presente año- la tasa de desempleo se sitúo en un 4.4%, mientras que “la Población No Económicamente Activa (PNEA) disponible para trabajar, es decir, población que no trabajó ni buscó trabajo pero que aceptaría un trabajo si se lo ofrecieran, fue de 8.2 millones, y representa 19.5% de la PNEA”.

Estas cifras, en comparación con las de febrero del año pasado, demuestran que la PNEA disponible para trabajar aumentó en 2.6 millones de personas en febrero del presente año. “Muchas empresas, muchos negocios tuvieron que recortar personal, y pues obviamente a todos les llegó esta preocupación de “y si a mí me toca, y si me van a correr, qué voy a hacer con mis gastos, con esto, con lo otro”. Las personas se sobrexplotan, le echan más ganas para no ser corridas. En las empresas les toca ser multitareas y las personas no podemos hacer de todo, no somos superhumanos. Esto llega a contraer niveles de estrés muy altos”, afirma Ana Gabriel Villanueva.

“Cuando comenzó la pandemia fui con una psiquiatra durante un par de meses, ella me diagnosticó ansiedad y estrés, y me mediqué durante algún tiempo. Pero, debido a que perdí mi trabajo al inicio de la pandemia, ya no podía pagar el tratamiento con la psicóloga porque era bastante caro, entre el medicamento y la terapia gastaba casi 3 mil pesos al mes, así que decidí empezar terapia con la psicóloga de mi facultad, pero realmente no me funcionó muy bien, pues creo que yo necesito específicamente ayuda psiquiátrica”, asegura Alejandra de 21 años –estudiante por las mañanas, empleada por las tardes.

Por otra parte, de acuerdo a la Encuesta para la Medición del Impacto Covid-19 en la Educación (ECOVID-ED), “para el ciclo escolar 2020-2021 se inscribieron 32.9 millones (más de la mitad de la población de 3 a 29 años). Por motivos asociados a la COVID-19 o por falta de dinero o recursos no se inscribieron 5.2 millones de personas (9.6% del total 3 a 29 años) al ciclo escolar 2020-2021. Sobre los motivos asociados a la COVID-19 para no inscribirse en el ciclo escolar vigente (2020-2021) 26.6% considera que las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje; 25.3% señala que alguno de sus padres o tutores se quedaron sin trabajo, 21.9% carece de computadora, otros dispositivo o conexión de internet.”

“En la escuela se ha exigido alto nivel de rendimiento, las tareas han incrementado, tareas que deberían ser como repaso o como un apoyo para los temas, ahorita casi casi te mandan toda la clase en la tarea. Estas situaciones derivan en deserciones académicas. También situaciones económicas, “tengo estos gastos, tengo esto otro, tengo que conseguir una computadora, tengo que conseguir internet”, porque para sobrevivir necesitas computadora, internet, luz, y todo esto va a causar mucho estrés, preocupación”, señala Ana Gabriel Villanueva.

“Creo que, como a muchas personas, la pandemia tuvo un efecto negativo en mi vida. Mi desempeño académico se vio perjudicado porque mi ansiedad me impide tener niveles de concentración normales, entonces estar en frente de una pantalla durante 6 horas significaba que solo iba a estar presente (de manera consiente) durante 3, por ejemplo. Obviamente también mi salud emocional se vio perjudicada, casi siempre en su mayoría por la escuela, las tareas en línea, los calendarios, las notificaciones de Classroom acumuladas. Todo como una serie de recordatorios de que a veces no podía estar emocionalmente estable para hacer las tareas”, comenta Alejandra.

Todo esto, sumado al distanciamiento social y la necesidad del ser humano a la interacción y el contacto con otros, ha provocado no solo el agravamiento de los trastornos mentales en quienes los padecen, sino también el desarrollo de los mismos en quienes hasta antes de la pandemia no presentaban estrés, ansiedad o depresión.

“El aislamiento no solamente es quedarse todos en casa, sino muchas veces quedarse todos en el cuarto porque estás trabajando en tu computadora, porque estás en clases todo el tiempo, porque te dejaron mucha tarea y estás ocupado todo el día en eso. Incluso con los problemas familiares se da un aislamiento “mejor yo me encierro en mi cuarto y que ellos se hagan bolas”. Es un aislamiento no solamente del mundo, sino también de la familia. Somos seres sociales, es decir, estamos regularmente en la calle e incluso a veces solo llegamos a casa a dormir, por lo que el estar encerrados provoca cierta ansiedad sobre nosotros. Hay desesperación; tener que convivir con la familia todo el tiempo, desespera. Incluso surgen diversos problemas cuando compartimos espacio con más personas, ya que estamos acostumbrados a estar solos o afuera, socializando, paseando, etc. Todo esto era parte de nosotros y que nos lo quitaran es muy muy frustrante. De ello surge esta ansiedad de estar inquietos, mover muchos las manos, que estas suden, sentirse desesperados”, sostiene Ana Gabriel Villanueva.

Pero, ¿cómo detectar este tipo de estados mentales?

“Hay distintas maneras de detectar este tipo de estados mentales. La ansiedad es un estado mental que se caracteriza porque todo se va a manifestar en el cuerpo, se va a manifestar en sudoración, en aceleración del corazón (taquicardias), en la dificultad para respirar o respirar muy aceleradamente, e incluso en la imposibilidad de hablar. Un poco más leve podría ser la inquietud, preocupación, desesperación, frustración, incluso en la tos. En estos síntomas se podría presentar un poco de la ansiedad, también conocida como angustia”, afirma Ana Gabriel Villanueva.

“Al principio sentía mucha paranoia y miedo, que realmente atribuyo a la ansiedad de contagiarme. Afortunadamente estoy bien y he tenido la suerte de que nadie en mi familia ni yo hemos enfermado por Covid. Pero tenía miedo constantemente, los primeros meses fueron muy feos, porque tenía que moverme en transporte público para llegar a mi trabajo”, asegura Alejandra. Como ella, cientos de mexicanos utilizan el transporte público para trasladarse de un lugar a otro, sin embargo, es muy común que no todas las personas cumplan con las medidas de sanidad correspondientes; muchas de las veces es imposible mantener la sana distancia y en algunas ocasiones existen personas que se rehúsan a portar el cubreboca, o que ya estando dentro del camión deciden retirárselo.

Por otro lado, en cuanto al estrés, Ana Gabriel Villanueva explica que este suele manifestarse en el no poder dormir, el estar siempre de malas o irritado; sin embargo, también se presenta en el cuerpo, como en la gastritis o la colitis, “algo muy importante tanto en la ansiedad y el estrés es que muchas veces se manifiestan en el cuerpo, por ello, los psicólogos tenemos que tener en cuenta que no solamente todo va a ser mental o psicológico, sino que también hay padecimientos orgánicos, entonces hay que trabajar ambas cosas en una interdisciplinariedad o multidisciplinariedad, en este caso, con un médico. Es importante preguntar si ya se fueron a checar con un médico, si ya les dijeron que de plano no es algo orgánico. Tanto el cuidado médico como el psicológico son importantes”, asegura.

El tener que lidiar con una pandemia, sumado a trabajos y proyectos escolares; ayudar en las labores domésticas diariamente, estar en la constante búsqueda de algún trabajo que pueda generar algo de ingresos económicos para llevar de comer a casa; el duelo de perder a un familiar cercano, mirar las noticias diariamente y estar en constante miedo y preocupación de contagiarse, así como enseñar a los pequeños desde casa, son algunas de las situaciones que más han generado estrés en la población mexicana. “Hubo días en los que me despertaba en la madrugada del estrés o me ponía tan ansioso que no podía ni pararme de mi cama”, comenta Samuel de 21 años –quien está a punto de concluir sus estudios universitarios.

Por su parte, “la depresión en su nivel más extremo se presenta en el dejar de comer, no levantarse de la cama, ni siquiera bañarse, no salir del cuarto, estar decaído o en cama, sentirse triste, solitario. Sin embargo, es muy importante tener en cuenta que todos somos diferentes. Es muy curioso, por ejemplo, ver a una persona muy feliz y activa, que después termina suicidándose. Es algo que nos sorprende porque no se había notado a simple vista. Entonces por eso es importante no encastillarse a estos factores, es importante trabajar lo psicológico porque a simple vista todo puede estar bien, pero en el fondo no”, afirma Ana Gabriel Villanueva.

“Es una montaña rusa, un día te puede estar yendo de maravilla, pero el sentirte insuficiente hace que en un segundo todo se venga abajo como un autosabotaje, y así casi diario. No todo es malo, el ir a terapia juega en contra ya que abre esa herida para sanarla desde el interior, te hace sentirte escuchado y que todo se resolverá con el paso del tiempo; pero el que te vean vulnerable me hace sentir pequeña e inferior, ya que el saber todo lo que llevas dentro y compartirlo con personas cercanas a ti, hace que cambien el cómo eres tratado, no de una mala forma, sino que inconscientemente te tratan como si estuvieras loco con pequeñas acciones o palabras. Hay días donde logras salir por un instante de esa depresión y vuelves al brillo de antes, pero solo por un tiempo, después tus mismos pensamientos te hacen creer que no tienes tiempo de ser feliz, que ya disfrutaste mucho”, menciona Daniela.

Desafortunadamente, la depresión ha sido causante de la pérdida de millones de vidas, ya que es un estado mental que no muchas veces es visible, sino que se oculta dentro del interior de las personas, por lo que es complicado poder detectarlo a simple vista. Asimismo, de acuerdo al Informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), ya son más de 9 millones de personas las que se suman al índice de pobreza.

Por lo tanto, es importante tener en cuenta que gran parte de la población mexicana no cuenta con los suficientes recursos económicos para acudir a un especialista en la salud mental; hecho que obliga a algunas personas a dañar su cuerpo o, lamentablemente, optar por el suicidio. “Hace muchos años, cuando tenía 13 o 14, sufría de depresión. En aquella ocasión llegué a autolesionarme alguna vez y también tenía muchas ideas suicidas”, comenta Alejandra.

Entonces, ¿qué hábitos o acciones se pueden implementar en la cotidianidad para mejorar la salud mental?

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Las cifras anteriormente mencionadas indican que la ansiedad, depresión y el estrés son problemas que afectan de manera directa la salud de mental de los mexicanos, al mismo tiempo que les impiden llevar una vida plena, por lo que se convierte en una prioridad atender este tipo de estados mentales. Si bien no todas las personas tienen la posibilidad económica o la disponibilidad de tiempo para asistir con un especialista, existen diversas acciones que se pueden implementar en la vida cotidiana para mantener una buena salud mental. Por lo tanto, es importante saber reconocer nuestras situaciones personales, así como evitar estigmatizar este tipo de estados mentales.

“Esta pandemia me hizo abrir los ojos y darme cuenta que no es algo que podía seguir llevando sola, reconocer que necesito ayuda profesional, el agravio fue en la cuestión del estrés, aumentó demasiado ya que estando en casa, y no mostrarme como realmente soy me generaba demasiada frustración”, asegura Daniela.

En este sentido, Ana Gabriel Villanueva comenta que, ahora que todo es virtual y seguimos en encierro, es importante buscar un tiempo para nosotros mismos, “todos quieren consumir tiempo, que si no es el trabajo es la escuela, los hijos, los padres, todos. Entonces necesitamos un tiempo para nosotros. Dedicar tiempo a lo que me gusta hacer, a lo que se me antoja hacer en el momento. Es importante que todo esto lo vayamos trabajando; así como conocer cuáles son mis límites, saber hasta dónde yo puedo, y no por querer acaparar todo, querer hacer de todo”, afirma.

Además, explica que, si bien es importante estar informados para saber cómo actuar ante esta situación, debe haber un límite de consumo de noticias, precisamente para evitar saturarse con tanta información, “todo con medida, sí estar informados, pero no exagerar en abrumarse con tanta información, porque obviamente va a repercutir de alguna manera. También hacer algunos estiramientos ayuda, porque no solamente va a ser algo psíquico, sino también físico. No estar todo el tiempo pegado a la computadora, incluso realizar ejercicios de respiración, de yoga, cosas que se puedan hacer en casa, para evitar salir y cuidar todo esto del contagio; pero si de plano es muy necesario, salir a dar una vuelta a la manzana, con el cubreboca hasta la nariz, incluso careta y gel antibacterial”, sostiene.

Asimismo, asegura que ahora que la mayoría de la población utiliza las herramientas tecnológicas para la realización de sus labores, es importante adaptarnos a la situación y, sobre todo, adaptar las actividades que se solían realizar de manera presencial, a la actual modalidad virtual. Y, de ser posible, buscar un acompañamiento psicológico. “Asistir con un psicólogo aun sin tener conflictos, porque puede ser que esta pandemia nos cause ciertos malestares que cargan algo del pasado, algo que uno puede pensar que no tiene nada que ver, pero en realidad es algo que ya se lleva desde hace mucho, de manera que uno no se da cuenta o no se lo imagina”, afirma Ana Gabriel Villanueva.

Actualmente, existen una diversidad de asociaciones que brindan este tipo de servicios de manera completamente gratuita, tales como la Asociación Psiquiátrica Mexicana A.C., que ofrece apoyo psicológico en línea; el Centro Integral de Salud Mental “San Jerónimo”, con atención especializada en niñas, niños, adolescentes y sus cuidadores; el Consejo Nacional Contra las Adicciones (CONADIC), que brinda atención a quienes están en riesgo de suicidio, consumo de sustancias, violencia, etc.; entre otras tantas.

“Cuando vas con un psicólogo es porque te va a escuchar, no te va a juzgar, te va a ayudar a encaminar para trabajar en lo que tú estás trayendo a tu espacio. Un psicólogo te ayuda a trabajar en conjunto, los dos vamos a trabajar justamente para buscar el mejor cuidado, tratamiento y la mejor solución”, menciona Ana Gabriel.

En este sentido, el apoyo psicológico se convierte en un espacio de escucha y comprensión que no solo invita a la reflexión de la vida del individuo, sino que también le permite sentirse bien consigo mismo.

“Desde que empecé a ver a mi psicólogo, las cosas han estado mejorando y siento más esperanza estas últimas semanas”, asegura Samuel.

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