Foto Usman Yousaf en Unsplash

HOSPITAL INCURABLE / POR ADRIÁN LOBO

Con mis felicitaciones y mis mejores deseos para el porvenir a todos quienes en estas fechas terminan o inician su internado, especialmente en el HGDAV.

En general, el tono de estas humildes líneas no tiene una dedicatoria particular, incluso puedo decir, por si no es notorio, que no están escritas específicamente para ser leídas por médicos o enfermeras, sólo he intentado hasta ahora, además de compartir algunas historias que me parecen interesantes, dirigirme precisamente a quienes, como yo, no tenemos conocimientos o al menos no demasiado profundos en temas de salud. “Aspectos de atención a la salud para no médicos”, se me ocurre que podría ser algo así como un subtítulo. 

Pues bien, en contra de esa tendencia, con todo respeto y el mejor ánimo de poner sobre la mesa algunos temas que considero dignos de una interesante reflexión, me dirijo ahora a aquellos estudiantes de medicina que están cursando su internado o que lo harán próximamente.

Hablemos, si me permiten, como amigos, en confianza, sin ánimo de ofender, con franqueza y sin ambages; estimado estudiante, primero que nada no pierdas de vista que todavía no eres “Doctor”. Todo mundo te va a llamar así, “Doctor interno”, “Médico interno”, pero oye, ¡todavía no te gradúas! 

Así es que primero hay que ubicarnos, vamo’a calmarno’, todavía queda mucho por aprender, todavía hay un camino largo por recorrer antes que te merezcas el título, así es que por mucho orgullo que cause llegar a este punto en tu carrera evita a toda costa que se te “suban los humos”, en serio te lo digo, la sabiduría empieza con la humildad, tenlo siempre presente. 

En muchas formas es mejor así, no busques colocarte por encima de nadie, incluso ni siquiera de otros internos, no es una competencia, por el contrario, el trabajo en el hospital se hace en equipo, mejor busca acomodarte entre tus semejantes. Para destacar no necesitas pisotear a nadie. Dirígete a todos con respeto y cortesía, no cometas el error de llegar con aires de grandeza a querer darle órdenes de mala manera a las enfermeras, camilleros y demás. Te aseguro que aquellos tienen más de un par de cosillas que pueden enseñarte, el hospital está lleno de pequeños trucos. 

Fíjate cómo es que puede pasar incluso en algo tan simple y cotidiano. Hay un servicio donde tienen un mueble metálico con entrepaños, ya bastante viejo y desvencijado, que usan los internos para guardar objetos personales. Este tiliche se encuentra en estado tan lamentable que sus puertas están desalineadas y en general tiene varias abolladuras, de manera que aunque puede cerrarse, las puntas, las esquinas superior e inferior, sobresalen del nivel exterior, situación que los jóvenes aprovechan a modo de manija, para abrirlo, ya que mayormente cierran este mueble “a presión”. Creo que por la misma condición chueca de sus componentes es suficiente con empujar la puerta con firmeza para que quede cerrado. 

Pues bien, en una ocasión una impaciente estudiante llegó hasta el mueble y quiso abrirlo de este modo, jalando la punta chueca de la puerta, pero ésta no cedía. Naturalmente su reacción consistió en jalar más fuerte y luego más fuerte y más y más, en un intento casi desesperado. Yo estaba por ahí cerca observando con curiosidad, en un momento dado volteó a verme y me preguntó si podía apoyarla. Por supuesto que accedí, llegué al frente del mueble con unos cuantos pasos, giré una pequeña perilla en el sentido de las agujas del reloj y… ¡voilá! La puerta se abrió sin más.

Hasta el trabajador más humilde en algún momento dado puede darte una orientación o aportar un dato importante, te aseguro que si te pones altanero no faltará la ocasión en que quedes en ridículo al ver que hacen fácilmente algo que te resultó casi imposible. Recuerda que estás aprendiendo, de hecho un médico nunca deja de aprender, nadie lo sabe todo, he visto a médicos adscritos, con experiencia, preguntar a internos o residentes sobre el significado de ciertas palabras, así que  mucho ojo.

Y en el hospital cualquiera puede llegar a enseñarte algo, sólo debes tener la disposición. Incluso en algún momento podrían llegar a salvarte de un castigo, merecido o no, o darte algún consejo que hará que te ganes una felicitación, además no ganas nada y puedes perder mucho, una vez más, es mejor así, que te muestren esos detalles finos y atajos de buena manera y no que tengas que aprenderlos a la mala. 

Te aseguro que tarde o temprano llegará el momento en que necesitarás pedirles un favor o de su apoyo, así es que incluso por pura conveniencia es mejor estar en buenos términos con todo mundo. 

Te contaré otra pequeña historia. Una tarde me dirigía al comedor, la hora “oficial” de la comida ya había pasado y el lugar prácticamente estaba vacío. Al irme acercando a la entrada vi ahí parado cerca de la puerta a un joven médico interno, se veía como indeciso, contrariado y confundido, daba pequeños pasos de acá para allá. Me pareció que pretendía comer ahí pero al ver el lugar vacío y darse cuenta que era tarde, dudó. 

Parecía que estaba a punto de retirarse cuando llegué hasta él. La verdad es que no recuerdo quién preguntó primero, el caso es que llegó un momento en que le dije: 

—¡No se preocupe, venga, vamos a ver! Algo seguramente habrá— esto porque ya sé que siempre queda algo. En realidad el comedor nunca se cierra, sólo cuando los compañeros del aseo están trabajando, aunque es cierto que en algunos horarios no hay comida, o no sirven, mejor dicho. Pero algo siempre tienen, aunque sea para una torta de jamón, si lo sabré yo. ¡Qué clase de cocina sería si no lo hubiera en absoluto!

Así es que entré seguido de aquel joven y encontramos a los compañeros que trabajan en la cocina y justamente estaban comiendo. Nos acercamos a ellos y les pregunté si tenían por ahí algo que le pudieran ofrecer al joven —yo llevaba mis alimentos— y sí, efectivamente, en un tris armaron algo y en el momento le sirvieron en una charola  y se sentó a comer. 

A ese joven yo lo había visto antes, no sabía ni sé a la fecha su nombre, creo que antes de eso no habíamos hablado, después tampoco lo hicimos, pero no me importó, nunca quise que me agradeciera, menos su gratitud eterna, no es para tanto. En ese momento necesitaba un apoyo, pensé que seguramente había estado ocupado y no pudo ir a comer antes, creí que ya se había ganado sus alimentos, que tal vez no tenía dinero para salir a comprar algo y por eso andaba por ahí, rondando, y no me pareció correcto quedarme sin hacer nada. Aunque para mí lo más cómodo y sencillo habría sido pasar de largo, ignorándolo. 

No digo que le salvé la vida ni que me deba algo, a lo mejor después de todo de cualquier forma habría conseguido que le dieran de comer o quizá se habría retirado resignado y tendría que haberse quedado con hambre hasta la cena. No lo sé, solo sé que sentí que podía hacer algo por él, que debía hacerlo, por solidaridad y compañerismo, así que lo hice. En fin, después de lo que he estado diciendo sabes a lo que me refiero.

No digo que te empeñes en quedar bien con todos, eso es imposible, no se trata, por supuesto, de darle coba a todo el mundo, simplemente dispensa un trato cordial y respetuoso a todos. No seas altanero ni pedante, demuestra todos los días que estés de guardia que de verdad tienes educación y modales. 

Conforme avances en tu internado llegará el momento en que darás las indicaciones. Así es que vamos con calma, pero aún cuando el momento llegue hazlo con gentileza, que nada te cuesta. Ten presente que vienes aquí a aprender y a colaborar, no a dirigir. 

Lo mismo aplica en tu trato con los pacientes y sus familiares. No los regañes, no los confrontes, sé paciente tú también y explica lo que tengas que explicar de manera clara y sencilla, ¡vamos, esfuérzate un poco, caramba! Te tengo que decir que si ellos no te entienden o se confunden no es su culpa “por que no estudiaron”, la culpa es toda tuya precisamente porque sí estudiaste y aún así no eres capaz de hacerte entender. ¿Me explico? 

De verdad que es lamentable y ridículo ver a médicos internos que apenas llevan tres días en el hospital y ya se sienten los grandes doctores y le hablan de manera muy brusca y grosera a pacientes y sus familiares. ¡Por favor! No importa las actitudes que veas que toman los médicos adscritos y residentes, hasta tus propios compañeros internos, esfuérzate por imitar las cosas buenas, que sí las hay, y deja de lado las malas prácticas. Sé que eres inteligente y debes tener la capacidad de discernir entre ambas, ¡pon el ejemplo! A final de cuentas aprender a comunicarte efectivamente es también parte importante de tu formación. Así que pon también todo tu empeño en este aspecto.

Bien, entonces quedamos en que estás aprendiendo, ¿cierto? Pues resulta que es prácticamente inevitable que en algún momento cometas algún error y obviamente vendrá un regaño, quizá hasta un castigo. Aquí es súper importante tu actitud, es todo lo que tienes para afrontarlo. Así es que tú decides si quieres que sea un momento amargo y difícil o convertirlo en algo más llevadero, porque definitivamente de cualquier forma una experiencia agradable no será. 

Te recomiendo dos cosas básicamente; no te pongas al tú por tú con residentes y adscritos. Ya sabes, ¡ubícate! Así que no seas respondón, no intentes justificarte de ninguna manera ni quieras culpar a otros. Ni modo, toca apechugar, de otra forma sólo lograrás empeorar las cosas, harás que alguien se enfurezca y de todos modos no tienes ninguna oportunidad de salir ganando aún en caso de tener cierta razón. En un tête à tête con alguno de ellos no saldrás bien parado, ya sabes, es como ponerse con sansón a las patadas. 

Pero tampoco te quedes callado, suele resultar contraproducente. Aquí el truco es escuchar activamente, esto quiere decir que no sólo oigas y afirmes con la cabeza, debes estar interesado, ¡haz preguntas! Pero hazlo en serio, no finjas, porque van a notar si no es algo genuino y será peor para ti. No seas condescendiente ni quieras “darles el avión”, intenta averiguar exactamente qué fue lo que estuvo mal y cuál es el correcto proceder para que no vuelvas a cometer el mismo error. 

Pero sobre todo, al terminar el regaño discúlpate y da las gracias por la enseñanza. Te aseguro que si lo haces así, por muy enojado que esté el residente o adscrito, moderará un poco sus palabras y suavizará su actitud o al menos no lo harás enojar más. En serio, es patético y ridículo ver a internos o residentes discutiendo con el adscrito cuando por alguna razón les llaman la atención, sobre todo cuando evidentemente son culpables. No caigas tú en eso. 

Ahora bien, no estoy diciendo que asumas culpas ajenas, en tal caso, si de verdad no tienes nada que ver en el asunto, únicamente hazle saber de buena manera al residente o adscrito que no has sido tú. Pero si acaso han participado varias personas en todo el asunto, ni modo, hazte responsable de la parte que te toca.

Luego tenemos el asunto de tu disposición al trabajo. Todo esto de lo que hablo se desprende de un asunto básico, tiene una raíz: Tú todavía no eres “el Doctor”. Te toca hacer talacha, a eso vienes y es mejor que desde el inicio lo sepas y lo asimiles cuanto antes. Esto de por sí es difícil, no lo hagas más difícil, por el contrario haz todo lo posible para que sea más llevadero. ¡Asúmelo! 

He visto internos con la actitud adecuada que a base de buena voluntad y empeño se ganan el respeto y consideración de sus superiores. No te van a dar un premio en efectivo pero sí evitarás que te estén castigando, te dejarán salir temprano de cuando en cuando y te tomarán en cuenta más frecuentemente que a otros compañeros tuyos para encomendarte más responsabilidades dejando a otros los asuntos menos agradables, esto es, que te ubicarás en otro nivel. 

Compórtate a la altura, evita las actitudes fuera de lugar. Que le eches una mano de vez en cuando a la enfermera o al camillero no es denigrante ni humillante. Yo siempre digo que en la atención a un paciente no hay tareas deshonrosas para un médico, recuerda lo que hemos estado hablando del trabajo en equipo. A menudo veo médicos con lo que a mí me parece una actitud distante, esa no creo que sea la posición del médico. 

A veces los pacientes ni siquiera se enteran quién es el cirujano que los ha operado o que los va a operar. Los adscritos muchas veces no se presentan con ellos y quienes los atienden la mayor parte del tiempo son los residentes y los internos, así es que aprovecha tú, que tienes que estar cerca de ellos, para dar una buena atención. Si esa actitud distante y de aparente indiferencia no le queda a los adscritos, imagínate a los internos, por supuesto que se sale de toda proporción. Te contaré otra pequeña historia, trata de verla como si fuera una película, como si no estuvieras dentro, y de ser imparcial.

En una ocasión un pacientito del servicio de escolares, de entre 6 y ocho años, tenía que ser intervenido quirúrgicamente. Generalmente los internos y residentes son quienes deben encargarse de preparar todo y asegurarse que el paciente sea llevado al quirófano a tiempo. Pues bien, por alguna razón aquella vez los internos, dos varones y una dama, se introdujeron al quirófano pero el paciente no llegaba. En eso se apareció el adscrito. Naturalmente lo primero que preguntó con impaciencia fue por qué todavía no estaba el paciente ahí. Y la respuesta que recibió de los internos fue: “Es que no hay quien lo baje”. De haber estado yo en el lugar del médico adscrito habría reaccionado de muy mala manera y habría montado toda una escena: 

“¡Ah, no, bueno! ¡Se cancela todo entonces! ¿¡Qué hacemos aquí!? A ver, que alguien me comunique con el director… es más, con el secretario de salud del estado… voy a avisarle que vamos a cerrar este lugar porque no hay UN camillero que pueda bajar a un paciente del servicio de escolares al quirófano! ¡Vámonos, vámonos!”

“Y ustedes, ¿están mancos? Son TRES personas, son jóvenes, son fuertes, ¿no? ¿Me van a decir que entre tres personas no pueden mover a un paciente que pesa… unos 35, 40 kilos? ¡No, bueno, si es tan difícil díganle a la enfermera que les ayude, a lo mejor entre cuatro pueden!”

En fin, eso no ocurrió, lo que pasó en verdad fue que uno de los internos se dio cuenta de lo ridículo de la situación y de pronto, según me parece, adquirió conciencia y resolvió: “Yo lo bajo”, dijo. Lo más increíble para mí fue que sus otros dos compañeros lo miraron incrédulos, se veían sumamente asombrados como si aquél hubiera resuelto introducirse en una casa en llamas para salvar un maniquí, cuando para mí esto era lo más natural. 

Al ver la expresión en el rostro de sus compañeros aquél joven les dijo todavía: “¿¡Qué!? ¡Yo puedo!” Y, en efecto, lo hizo. Debió haberlo hecho desde el principio, pero, vamos, tuvo la oportunidad de rectificar y lo hizo. Creo que ese día aprendió algo.

Ahora, honestamente, ¿crees que la primera actitud de los internos fue la correcta? Estoy de acuerdo en que hay una división de tareas, que hay personal encargado de realizar algunas actividades pero no hay que ser tan rígidos, por favor. Hay que considerar el momento, el lugar, la situación. 

Yo creo que muchos se empeñan obsesivamente en esta división asignándole algo así como un valor de clase, creo que mientras mayor es su inseguridad más fervientemente intentan aferrarse a un título (que no es de nobleza, ¡mucho ojo!) o a un objeto (como podría ser una cofia o una bata) para distinguirse entre nosotros, ustedes y ellos, o tal vez les sirve como escudo, no sé. 

Recuerdo muy bien una ocasión en que un médico adscrito del servicio de pediatría expresó que no estaba dispuesto a ayudar a movilizar a un pacientito, aunque perfectamente sabía que no había nadie más que pudiera echar una mano. “No pienso cargar”, dijo, y me quedé preguntándome por qué. ¿Porque es “doctor”? Bueno, al parecer para él así es como funciona. Pero mira, en contrapartida en junio del 2018 ocurrió algo maravilloso: 

A la entrada del parlamento holandés el primer ministro derramó su café, ¿y qué crees que sucedió a continuación? Una mujer de limpieza se acercó prontamente pero Mark Rutte, el primer ministro, no le permitió limpiar, tomó el utensilio que ella traía y se puso él mismo manos a la obra. ¿Te das cuenta cómo un pequeño cambio, de mentalidad, de actitud, sobre todo, marca una gran diferencia? Yo creo que la grandeza de una persona es más como un rompecabezas que como un enorme mural. Se compone de frecuentes y pequeñas acciones cotidianas y no tanto de grandes y escasas obras, por muy vistosas que sean.

Así es que debes estar preparado para hacer ajustes sobre la marcha, obviamente si el camillero está por ahí sin hacer nada, solicita su colaboración pero si no está y nadie sabe dónde anda ni a qué hora va a regresar no te puedes quedar paralizado, ¡resuelve, caramba! Eso no quiere decir que ya te vas a quedar siendo camillero toda la vida, ni que serás en adelante menos médico que otros, por supuesto que no, por el contrario te hará uno mejor, toda vez que serás uno más humano y solidario.

Esas son mis humildes recomendaciones. Por supuesto que no te hablo como médico porque no lo soy y nunca hice un internado, pero honestamente, ¿crees que eso me descalifica para dar algunos consejos? Te hablo desde una posición que nos es común: la humana, la de personas que pueden intercambiar experiencias, ideas y conocimientos, no tengo pretensiones (no soy nada, yo no tengo vanidad…), no quiero erigirme como un maestro ni en guía ni en asesor, mucho menos un coach nosocimial. 

Creo que mi posición es más como la de un acompañamiento, como un caddy en el golf. Tú eres quien juega pero este terreno donde estamos parados lo conozco mejor yo. Tú tienes tu estrategia de juego y yo cargo los palos (¿y por qué se llaman palos si son de metal?). Yo sólo hago sugerencias pero el palo lo eliges tú; te doy mi opinión sobre el tipo de golpe que podrías dar cada vez pero quien golpea la bola al final eres tú. Así que en todo momento la convicción debe ser tuya.

Adrián Lobo. 

adrian.lobo.om@gmail.com | hospital-incurable.blogspot.com | facebook.com/adrian.lobo.378199

0
    0
    Tu carrito
    Tu carrito está vacíoRegresar para ver