Uno de los principales cuestionamientos que se ha hecho el ser humano es saber qué tanto puede prolongar su existencia, ya sea a través de la trascendencia o de la permanencia inmaterial. Sin embargo, la opinión más certera en este tipo de casos es aprender a dejar ir y pensar que todo es finito, que nada permanece, aun cuando nos quieran hacer creer que hay cosas que estarán ahí para siempre. 

Así como ha pasado con las bellas artes lo han hecho a lo largo de la historia, en las últimas décadas los medios de comunicación se han encargado de mostrarnos rostros y personalidades cuya existencia permanecerá intacta tras su partida terrenal, así como sus aportaciones a la industria. Son figuras que han acompañado a las audiencias a lo largo de sus vidas, al grado de formar parte no solo de sus hogares, sino también de sus familias, que ante el aumento del desprestigio de esa institución es mucho decir. Una de esas figuras acaba de cruzar el umbral del retiro, dando el paso obligado para considerarlo una leyenda, aunque méritos le sobraban desde antes de pensar en el retiro. 

En un teatro pequeño de Los Ángeles, California, con un Good night, everybody Conan O’Brien puso fin a una carrera de 28 años en la barra nocturna de la televisión estadounidense. Desde el retiro de David Letterman en mayo de 2015 hasta el cierre del late night conducido por O’Brien, Conan fue el presentador con más experiencia dentro del formato televisivo. En las siguientes entregas abordaremos la carrera del también escritor de Los Simpsons, su paso por los late nights y cómo, en sus últimos años, le hizo frente a la decadencia de los talkshows nocturnos. 

1992: un despojo y muchos adioses

La década de los noventa representó una transición importante para el formato del late night estadounidense. El patriarca de la noche y hasta cierto punto modelador del programa tal y como se conoce, Johnny Carson, dejaba la conducción del Tonight Show en 1992, legando tras de sí una estela de 30 años. Desde principios de los sesenta los norteamericanos se fueron a dormir con los monólogos de Carson, seguido por invitados musicales, sketches, entrevistas y rutinas cómicas de jóvenes entusiastas que años después llenarían los teatros con presentaciones de stand up y tendrían los estelares de las súper producciones de Hollywood. Por el escenario del foro principal de los estudios de NBC en California desfilaron Ellen de Generes, Jim Carrey, Robin Williams, Jerry Siendfield, entre otros. 

A partir de la década de los ochenta, después de que Johnny Carson le deseaba buenas noches a la audiencia siguió un programa conducido por David Letterman, el Late Night Show, transmitido desde Nueva York, con el que cerraba la barra nocturna de NBC, y en general la única que había. La buena mancuerna entre los conductores hizo creer que el sucesor inmediato de Carson sería Letterman, pero la situación no fue tan sencilla. 

Por los pasillos del estudio del Tonight Show se paseaba recurrentemente un comediante de stand up que había ganado fama en Los Ángeles desde los setenta. Era carismático y, de acuerdo con sus allegados, era no solo el comediante más gracioso que habían conocido, sino también una persona con un magnetismo casi instantáneo: Jay Leno. Sorpresivamente, semanas antes del retiro oficial de Johnny Carson los ejecutivos de NBC anunciaron que el que tomaría el asiento tras el escritorio del show más importante de la cadena sería Leno y no Letterman, quien seguiría en el programa contiguo. 

La audiencia y personas relacionadas con el medio afirmaron que Leno le había “quitado a la mala” el Tonight Show a David Letterman. Al no llegar a un acuerdo con la televisora, Letterman siguió en su espacio algunos meses más, pero en 1993 la cadena CBS le ofreció un programa que competiría con el de Leno: el Late Show. De esta forma, la problemática sucesión de Carson le costó a NBC perder el monopolio de la barra nocturna, ya que no sólo provocó que uno de sus conductores más afamados se mudara a otro canal en el mismo horario que dominaron por décadas, sino que provocó que otras cadenas lanzaran sus propios programas en años subsecuentes, como MTV, Comedy Central, ABC, etc. 

“¡Más te vale ser tan bueno como Letterman!”

La salida de David Letterman de NBC significó una nueva sucesión, esta vez por el lugar que había ocupado por casi 12 años en el horario de las 12:30 am. La especulación sobre quién ocuparía su lugar no causó tanto revuelo como la disputa por el Tonight Show, pero sin duda el remplazo tendría mucha presión por parte de NBC, los críticos y la audiencia. Poco antes de dejar el Late Night Show, Letterman anunció que el nuevo conductor sería un tal Conan O’Brien, del que no sabía mucho excepto  que “había estado en prisión”, un chiste recurrente durante la transición del programa. 

Para 1993 Conan O’Brien había logrado forjar una modesta pero importante carrera en la televisión, aunque nunca había estado a cuadro como tal. Graduado de Historia y Literatura de Harvard, en poco tiempo logró conseguir empleo como escritor para la serie Not Necesary the News. Sin embargo, entre 1990 y 1993 logró trabajar para dos de los programas más importantes del momento: Saturday Night Live y Los Simpson. Especialmente en este último programa escribió dos de sus episodios más recordados: “Homero va a la universidad” y “Marge vs el monorriel”. Aun con el talento para escribir comedia, los críticos se preguntaban si sería capaz de estar del otro lado del guion, frente a la cámara. 

Los primeros promocionales del nuevo Late Night Show se mofaban de la inexperiencia de Conan, ya que lo presentaban aprendiendo a entrevistar, presentar invitados o hacer el monólogo inicial. El presentador habló años después de la presión que tenía encima, de la que nunca dejó de burlarse, al grado que en el sketch de la presentación de su primer programa un hombre le gritó: “Más te vale ser tan bueno como Letterman”. 

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