Foto Zhen Hu en Unsplash

HOSPITAL INCURABLE / ADRIÁN LOBO

Para que pueda disfrutar al máximo su estancia en tan exclusivo resort, le damos las siguientes sugerencias.

  • a). Siga las indicaciones que le den. Limite la comunicación con el personal a dejar bien claro lo que le van a hacer y lo que se espera de usted. Especialmente si está ahí por una intervención quirúrgica ya que cualquier arrebato de su parte ya sea en sentido positivo o negativo podría ser tomado como signo de un delirio post-quirúrgico. Por ningún motivo intente ser simpático ni trate de halagar a la enfermera que lo asiste, si desea expresar su gratitud, con decir “gracias” es suficiente. Más allá de ese punto todo es inútil e incluso seguramente nadie pensará que es usted una persona gentil y amable, claro que no. Lo más probable es que asuman que es un efecto secundario de los analgésicos lo que lo tiene así. Así que ni siquiera se tome la molestia de intentarlo. No llegará a ningún lado.
  • b). Despídase de su ropa interior. (Aviso exclusivo para México). En el momento en que va a ser admitido en algún servicio el personal seguramente ya se habrá encargado de despojarlo gentilmente de cuanto lleve encima. Por las buenas o por las malas. A cambio le será proporcionada una bata descolorida, generalmente gastada y que no corresponderá a su talla, porque pues “no tenemos tiempo” de buscar una a su medida. La regla parece ser que la talla de la bata debe ser inversamente proporcional a la del paciente, cuanto más corpulento sea aquél más pequeña será ésta y viceversa. 
  • Pero, ¡no se preocupe! De todas formas se enfrentará al dilema de qué parte va para atrás y cuál para adelante. Si se la pone como normalmente debería usarse, esto es con la abertura por delante, se dará cuenta que queda usted algo, digamos, expuesto, y sentirá frío. Ahora bien, de ponérsela con la abertura para atrás pues… quedará igualmente expuesto, pero el frío lo sentirá más en el polo opuesto. Pero relájese, no pasa nada. Colóquesela como le indiquen y si tiene frío pida una sábana extra.
  • Aclaro que es aviso sólo para México porque La Enfermera Saturada (Satu, para los amigos), quien vive y trabaja en España, menciona que allá esta práctica no es alentada por el personal de enfermería y que incluso muchas veces no es bien vista.

Consejo del paciente experto: Use dos batas. La primera colóquesela con la abertura por delante y por encima póngase la segunda con la abertura por detrás y santo remedio, así no contraviene las indicaciones recibidas y tampoco se resiente su pudor.

Nota de enfermería de La Enfermera-Mera: Obviamente esto último no será necesario en caso tener la suerte de que la bata que le proporcionen sea varias tallas más grande de la que normalmente usaría, pero está usted en un hospital público, así es casi cualquier cosa puede ocurrir, debe esperar lo inesperado.

  • c). Guarde la calma y repose tranquilamente. Una vez que le admitieron y está usted ya sea en una cama o en una camilla, si tiene la suerte de que no lo dejen en una silla de ruedas, seguramente ya le habrán instalado su venoclisis. A partir de este momento el personal a cargo insistirá en jugar con usted a las estatuas de marfil, esto es, que se pondrá muy estricto en la determinación de mantenerlo tan inmóvil como sea posible. 

Aunque usted no lo crea y cómo su mamá le decía, “es por su bien”. Ya que de adoptar una posición inadecuada o como consecuencia de algún movimiento brusco su venoclisis puede resultar perjudicada y la primera persona a la que le dolerá será usted, seguido de la enfermera, ya que odian tener que “retocar” una venoclisis después que la han instalado con éxito. Peor aún si hubiera la necesidad de retirarla e instalar otra. Cualquier enfermera se convertirá rápidamente en la personificación del monstruo come-galletas si usted insiste en estar moviéndose, procure hacer caso en quedarse quieto si no quiere que lo acusen primero de ser muy aprensivo y terminar con una “sujeción gentil” para hacer el trabajo.


La primera vez que escuché esta expresión el paciente era yo. Imaginé ingenuamente que todo consistiría en que una linda enfermera entraría a la sala a abrazarme, pero bien pronto me di cuenta de que consiste en un amarre (pero no como puerco, ¡ojo!) a la cama o camilla en la que se encuentre. Dicha inmovilización, vale la pena aclarar, cuenta con diversos grados en la parte de la sujeción, lo mismo que en la gentileza.


A saber, un primer grado es ser atado por las muñecas de manera que usted no pueda golpear a nadie ni meter las manos donde no debería, que regularmente es en las heridas que pueda tener y donde naturalmente le harán alguna curación, se evita también así que usted pueda arrancarse la venoclisis (sí, sí ha sucedido y sí, sí duele, aunque no mucho) o bien, eso permite que le coloquen una.


Si esto no fuera suficiente el siguiente paso es limitar la movilidad de sus piernas atándolo por los tobillos, de esta manera se evita entre otras cosas que pueda usted asestar una patada o rodillazo a quien le asiste, sea accidental o intencionalmente. Pero aún hay más. Porque resulta que puede ser necesario en algunos casos ir más lejos todavía, ya que hay pacientes que aún así insisten en intentar levantarse o se siguen retorciendo en la cama de modo que el cuadro puede completarse sujetando al paciente con alguna sábana o algo similar que se pasará a la altura del pecho y por debajo de las axilas.


Sin embargo hay pacientes que al verse físicamente reducidos su estado de agitación los lleva a recurrir a los escupitajos para “defenderse” o de desalentar a las personas que lo rodean de continuar realizando sus tareas. Así es que finalmente se le coloca una mascarilla quirúrgica (cubrebocas). Es usualmente la cereza en el pastel, aunque eso no detenga a muchos que gesticulan y usan la lengua hasta casi quitársela. No ayuda mucho a la “desinhibición verbal” que puede presentarse. Incluso en ese estado no faltará quien aprovechará la menor oportunidad para rasguñar a cualquier persona que llegue a encontrarse a su alcance.
En ocasiones es necesario recurrir a estas acciones cuando se trata de pacientes cuya conciencia está alterada como consecuencia de algún desorden mental, por consumo (o la abstinencia) de sustancias o por la agitación causada por su propio padecimiento. También cuando el paciente tiene una tendencia a la violencia estando plenamente consciente. A esto se le conoce como agitación psicomotriz.


Por supuesto que como sugerí desde el principio, aplicar una sujeción no es la primera opción, usualmente antes de decidirse por la contención física se busca una contención verbal, de ser posible. Finalmente puede recurrirse a la contención farmacológica pero no sin antes valorar cuidadosamente al paciente.
En nuestro viejo y querido Hospital Civil no contamos con implementos especializados con los que cuentan o deberían contar en otros sitios, que son una especie de cinchos acojinados que permiten una mejor contención y seguridad. Aquí hay que improvisar y hacer unos “fijadores”.


Pero, ¡hay tantas cosas a las que llaman “fijadores”! que yo a veces no entiendo de qué hablan (así hay fijadores para la venoclisis, para la sonda vesical, para la sonda nasogástrica, etc.) pero el punto es que se debe tener buen cuidado con esto porque el paciente puede ocasionarse lesiones por abrasión al intentar liberarse de una sujeción defectuosa. Si lo sabré yo, que tengo todavía cicatrices a la altura de los tobillos por una vez que… bueno, luego les platico. Larga historia.

Todo esto es necesario hacerlo a veces primeramente por la propia seguridad del paciente; para evitar caídas por ejemplo y evitar que se lastime más. También por la seguridad de las personas que le auxilian y la de terceros que puedan estar presentes (y que a veces quizá no deberían) y para facilitar que reciba asistencia. 

Debo decir, para tranquilidad de los familiares de los pacientes, que en realidad esto NO DUELE (quizá por eso se llama “gentil”). Hay personas que se angustian al ver a sus familiares retorciéndose en la cama, tratando de zafarse de la sujeción y sufren viendo que los arrebatos de sus familiares se ven reducidos de esta manera y creo que de algún modo imaginan que es para ellos como una tortura. Pero mantenga la calma, puedo decir que una sujeción bien hecha no sólo no duele sino que será de gran ayuda para poder darle una mejor atención. 

Claro que tiene que ser firmemente hecha, tiene que resistir los esfuerzos que naturalmente hará el paciente por librarse, de lo contrario no serviría de nada, así es que personalmente algunos familiares me han pedido que “no le apriete mucho”, supongo que pensando que eso lastima a sus pacientes. Siempre les comento que no deben preocuparse, recurro usualmente al consabido “es por su bien”, tratando de ahorrarme las explicaciones que de todos modos no me van a creer y les digo también que no les ocasiona ningún daño. Aunque, naturalmente nunca me creen y a veces ellos mismos, en cuanto uno se da la vuelta, aflojan las vendas que comúnmente se usan para esta tarea, ocasionando con ello que ocurran pequeños percances, en perjuicio principalmente de sus pacientes (¿ven como sí era por su bien?).

Otra de las pesadillas más recurrentes de las enfermeras es que un paciente que está a su cargo se caiga. Hay quienes llevan un registro del tiempo que ha pasado sin un suceso como ese, he escuchado a alguna comentar orgullosamente: “… no se me ha caído un paciente en doce años…”. Y es que es uno de los aspectos utilizados como indicador para medir la calidad de los cuidados de enfermería. Por lo cual al menor intento de parte suya por incorporarse le reconvendrá y le preguntará si desea algo y le pedirá que siga recostado argumentando que podría usted marearse y caer.

Nota de enfermería de la Enfermera-Mera. Ésta recomendación es para la parte inicial de su inolvidable estancia en el resort más exclusivo de la ciudad, que es el Hospital (nuestro lema es: “Servimos el mejor puritan de la ciudad”), ya que una vez que lo han diagnosticado e iniciado su tratamiento y han determinado que su mal está en remisión, lo exhortarán muy puntualmente a la hora en que a usted menos le apetezca a levantarse, bañarse o solamente caminar.

Continuará.

Adrián Lobo.
adrian.lobo.om@gmail.com | hospital-incurable.blogspot.com | facebook.com/adrian.lobo.378199

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