
DE UN MUNDO RARO / Por Miguel Ćngel IsidroĀ
El 9 de julio de 2019, apenas unos dĆas despuĆ©s de que el presidente AndrĆ©s Manuel López Obrador y sus seguidores celebrasen el primer aniversario del triunfo electoral que lo llevó a la primera magistratura de la RepĆŗblica y apenas cerrando el primer semestre de su mandato, el ejecutivo recibió una carta para muchos inesperada.
A travĆ©s de una escueta pero dura -durĆsima- misiva, Carlos UrzĆŗa MacĆas presentó su renuncia a la titularidad de la Secretaria de Hacienda, sustentada en tres argumentos: discrepancias en materia económica; falta de āsustento y evidenciaā en la aplicación de polĆticas pĆŗblicas y por Ćŗltimo -y probablemente el argumento mĆ”s grave- āla imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda PĆŗblicaā, acción motivada āpor personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interĆ©sā.
A casi tres aƱos de distancia, la renuncia de UrzĆŗa, los posteriores cambios en el gabinete federal y la evidente urgencia de López Obrador de controlar con una inexplicable anticipación su propia sucesión en 2024, marca el tono de la marcha de su gobierno: no se sabe con claridad donde inicia la gobernanza, donde se divide con la polĆtica partidista y cuĆ”les son los lĆmites (si es que existen) a un personalĆsimo estilo de ejercicio del poder, que antepone las opiniones por encima de las evidencias. No bastan resultados, cifras, hechos: la convicción del principal lĆder de la Cuarta Transformación es la que marca la pauta, lo cual no pocas veces ha puesto en aprietos a sus colaboradores y entusiastas.
A la par de ésta circunstancia, el adelantado juego de la sucesión presidencial estÔ comenzando a arrojar los lógicos hervores de toda contienda. A través de sus distintos espacios, simpatizantes de los tres principales prospectos a la nominación presidencial por Morena (Claudia Sheimbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal), protagonizan choques y escaramuzas tratando de exhibir a sus oponentes.
En las redes sociales diariamente podemos encontrar seƱales de dicha guerra intestina. Lo mismo se valen de las acciones o declaraciones de cada uno de las tres ācorcholatasā (cómo se les ha referido en alusión a la figura del ādestapeā presidencial), que en episodios colaterales de la vida pĆŗblica: lo mismo sirven las declaraciones del presidente sobre la vulnerabilidad de su privacidad, las crĆticas a sus postulaciones al servicio exterior (cómo fue el polĆ©mico caso del historiador Pedro Salmerón) o las crĆticas al ostentoso estilo de vida de uno de los hijos del presidente; en los comentarios y reacciones en redes sociales es posible observar una curiosa tendencia, que es la de atribuir determinadas posturas o ataques a los seguidores o simpatizantes de Claudia, Marcela o Ricardo.
Hay que advertirlo: esto apenas comienza. Muy seguramente la intensidad del golpeteo se intensificarÔ conforme se acerquen los tiempos (lejanos aún) de la toma de decisiones en materia de candidaturas. Mientras tanto, los enconos crecen y las diferencias comienzan a ser mÔs notorias.
AĆŗn asĆ, una de las grandes ventajas que López Obrador y su movimiento tienen a su favor es la notable ausencia de una oposición sólida y unificada. Perdidos en la pequeƱez de su presencia territorial y en una pobreza argumental que en algunos casos raya en escandalosa ridiculez, panistas, perredistas y priistas (a los que habrĆa agregar a un cuarto actor en el espacio de Movimiento Ciudadano) se han conformado en quemar la pólvora en infiernitos, limitĆ”ndose al tĆmido ejercicio de lo que podrĆamos bien calificar como el āderecho de pataleoā.
Si uno de los objetivos de López Obrador al anticipar la calentura sucesoria era provocar que toda la atención de la opinión pĆŗblica se concentrase exclusivamente en las ācorcholatasā de su partido, efectivamente lo estĆ” logrando. Sin embargo, de acrecentarse el nivel de los enconos, existe tambiĆ©n el riesgo de una ruptura que termine desgastando el principal activo de Morena, que es la elevada aceptación popular de su principal liderazgo polĆtico.
O tal vez todo esto sea parte de una misma estrategia, en la que al final, dos o hasta tres candidatos presidenciales podrĆan provenir del mismo movimiento polĆtico, aĆŗn compitiendo bajo distintos membretes partidistas. Y de Ć©sta manera, AMLO estarĆa culminando una jugada maestra: que los principales contendientes por su relevo en 2024 tengan su marca.
El baile de la sucesión ya comenzó. No importa si la orquesta toca desafinado; todo mundo estÔ agarrando su pareja, y como en buen jolgorio popular, los codazos y patadas vienen con el mismo boleto.
Hagan sus apuestasā¦
Twitter: @miguelisidro
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