
HOSPITAL INCURABLE / ADRIÁN LOBO
Un hospital puede ser un sitio muy estresante, tanto para los pacientes y visitantes como para los trabajadores de la salud. Si uno se presenta así sin al menos haber recibido una orientación básica (aunque muy frecuentemente las visitas a un lugar así son intempestivas, lo sé muy bien) puede llevarse algunas sorpresas, de modo que es preferible apercibirse en cuanto a lo que se puede y lo que no se debe hacer.
Primeramente tenga presente que hay normas para poder ingresar, hay restricciones relativas a la cantidad de personas que pueden pasar a la vez y a la hora a la que pueden hacerlo. Como en cualquier lugar, como podría ser un cine, necesita un salvoconducto para entrar, aquí se trata de un pase de visita. Asegúrese de tener su pase a la mano antes de solicitar su ingreso. Hay un tipo de pase que otorgan a los familiares de pacientes que se encuentran en una situación especial, es un pase permanente que le faculta para estar más tiempo dentro, cerca de su paciente y también para entrar y salir fuera de horario.
Por favor haga todo lo humanamente posible por obedecer las instrucciones que le den al pie de la letra. No se quede con ninguna duda, por pequeña que pueda parecer. Se arriesga usted a ser tratado como un niño de tres años, aunque es preferible con tal de evitar un mal mayor.
Estrechamente relacionado con el punto anterior tenemos el siguiente: Absténgase de proporcionarle cualquier cosa a su paciente que esté internado sin haber consultado antes con el personal que está a cargo de su cuidado. Me refiero principalmente a comidas y bebidas. Igualmente de flores mejor olvídese, tal vez en un establecimiento privado… pero mejor no, no importa lo que nos hayan enseñado las películas y las telenovelas.
Conozco los rudimentos sobre lo que se conoce como “Interculturalidad en la atención a la salud”, pero definitivamente velas y veladoras dentro del hospital están terminantemente prohibidas. Me parece que en todos los servicios hay tomas de oxígeno y la saturación en una habitación de este elemento es un factor de riesgo para un incendio. Y esta saturación no necesariamente está relacionada con posibles fugas en las tomas presentes en los servicios (que seguramente las tiene el 99% en el H.G.D.A.V.), sino el simple uso cotidiano puede crear esta condición, así que es mejor evitar correr el riesgo, es algo muy real, existe un fenómeno conocido como “Fuego quirúrgico”, tan sólo en Estados Unidos se producen entre 550 a 650 incendios quirúrgicos al año. Obviamente fumar está terminantemente prohibido.
Imágenes religiosas posiblemente sí serán permitidas, así prefiera aquellas versiones en estampas de tamaño reducido en lugar de algo más voluminoso.
El uso de celulares y tabletas está restringido pero puede haber cierta flexibilidad en algunos servicios. Lo mismo ocurre con libros y revistas, aunque siempre es mejor preguntar para asegurarse. Lo de la comida es importante en muchas situaciones, si le indican no ingerir alimentos ni agua los médicos tendrán sus buenas razones. En el caso de pacientes que tienen programada una intervención quirúrgica es imperativo que al momento de ingresar al quirófano hayan cumplido con un ayuno de un mínimo de ocho horas por razones de seguridad, llamado ayuno preoperatorio, ya que los medicamentos anestésicos conducen a un estado tal de relajación del tono muscular que entre otras cosas se reducen los reflejos que impiden que el contenido del estómago sea regurgitado, lo que podría derivar en una broncoaspiración, es decir, que sustancias provenientes del estómago lleguen a los pulmones, lo que es potencialmente mortal. Este ayuno es una de las providencias elementales que deben tomar los médicos para reducir al mínimo, o evitar complicaciones perioperatorias, los riesgos que entraña una cirugía ya que ninguna –por menor que pueda parecer– está exenta de ellos, ningún anestesiólogo se arriesgará a admitir a un paciente que tiene una cirugía programada si no cumple con esta condición.
Siempre me resultó curioso ese hecho, en las películas y series de TV siempre vemos que el cirujano es la máxima autoridad en el quirófano, pero en realidad, por lo menos en el HGDAV, quizá en todo México, la última palabra la tiene el anestesiólogo y si a éste algo no le cuadra simplemente la cirugía no se realiza, aunque el cirujano haga un berrinche marca ACME, cualquier intervención tiene que ser siempre bajo sus términos. Otra cosa que he visto y que es diferente en las teleseries es cuando lamentablemente el paciente fallece. Los cirujanos casi nunca salen a dar las malas noticias, siempre, como los máximos responsables del área que son, esa tarea corresponde al personal de anestesiología.
Ahora que recuerdo sucedió algo gracioso una vez con una enfermera novata. Resulta que tenía a su cargo un paciente que había sido hospitalizado con la finalidad de practicarle una cirugía, entonces, como es normal, tenía indicado “nada por vía oral, excepto medicación” (ayuno). Llegó la hora de pasar a quirófano y en el transfer en la entrevista final cuando le preguntaron a qué hora había comido por última vez confesó que un par de horas antes. Los médicos anestesiólogos se sorprendieron y le preguntaron entonces a la enfermera:
— ¿Tu paciente ha comido algo? — Imagino que la chica pensó que había actuado correctamente y que si sospechaban que había fallado en el cuidado sería duramente cuestionada y respondió enfáticamente:
— ¡Sí, sí, claro! Le pasaron su dieta y comió muy bien. — Supongo que por pura curiosidad quisieron saber qué había comido.
— Le pasaron un bistec con papas, verduras y tortillas. — En realidad no recuerdo el menú pero vaya que era una comida completa.
— Bien, entonces llévatelo de regreso a su cama, ¿no sabías que tiene una cirugía programada? ¿No tiene indicado ayuno? ¿Por qué dejaste que comiera?
Así que a pesar de sus esfuerzos aquella joven enfermera no pudo salvarse de que le dieran un zape verbal.
Por favor no toque nada, a menos que en forma clara y explícita le hayan asegurado que puede hacerlo sin contaminar algo. Especialmente esas mesitas rodantes donde las enfermeras colocan el material que emplean. Debe usted saber que esa dichosa mesita (su nombre es Mesa Pasteur) a menudo la limpian con alcohol antes de utilizarla y colocar sobre ella algunos medicamentos e implementos casi sagrados y benditos, es decir, estériles, y si alguien, sea hombre, mujer o demonio se atreve a poner sus sucias manos encima entonces ese alguien puede salir herido. Estoy seguro que parece muy fácil simplemente estirar el brazo y tomar una torunda alcoholada o una gasa, ¡pero por favor no lo haga! De lo contrario se le puede aparecer el chupacabras. Además de eso y a menos que sea usted profesional de la salud –incluso en ese caso debería abstenerse de manipular los equipos en el lugar– debería moverse con sumo cuidado en el sitio, especialmente si está en el área crítica: el Servicio de Urgencias o Cuidados Intensivos. De verdad, a veces es muy fácil, con una acción aparentemente inocente, causar algún daño.
Leí en un portal una noticia terrible que ilustra un caso extremo de la situación a la que me refiero: Ocurrió en la India, unas personas que visitaban a un paciente de cuidados intensivos ocasionaron que falleciera al desconectar el ventilador que le ayudaba a respirar. ¿La razón por la que lo hicieron? Pues sucede que tuvieron la sensación de que el lugar era algo caluroso así que decidieron conectar el aire acondicionado, pero al no encontrar un sitio donde hacerlo simplemente desconectaron algún aparato que probablemente pensaron que era menos útil. Supongo que la falla no fue evidente porque ese como otros aparatos utilizados en atención médica tiene una batería de respaldo para afrontar contingencias, lo cual proporciona cierto tiempo para actuar en consecuencia, así es que la nota menciona que 30 minutos después de la desconexión el ventilador se apagó.
A propósito de esas baterías usadas en aparatos biomédicos, puedo decir que es un chiste común en el medio preguntar por qué razón no hacen las de los celulares tan eficientes como las de las bombas de infusión, por ejemplo. Personalmente he podido comprobar que duran, duran y duran más que las de cualquier conejito rosado. Y lo he atestiguado con bombas que sufren algún desperfecto, empiezan a emitir pitidos indicando una falla y ese sonido no se puede detener y es imposible simplemente apagarlas, así que suenan, suenan y suenan sin que nadie pueda evitarlo. Obviamente se desconectan, sin embargo, parece que no hay un modo fácil de retirar la batería así que siguen sonando y llegan a aturdir. Una vez tuvimos que refundir una en el rincón más apartado del servicio donde estaba y aún así la escuchamos sonar durante días, quizá más de una semana.
Y luego una compañera de enfermería al presentarse al servicio desconociendo la situación, cuando tras varios días ya casi finalmente la bomba agotaba su batería, tuvo la ocurrencia de volverla a conectar. “¡Noooo!”, le dijimos varios de los presentes al unísono… ya era tarde, el daño estaba hecho. Así que volvimos a empezar.
Debe usted recordar que no puede, y repito, no puede pasar a ningún lugar donde vea que el personal lleva puesto el uniforme quirúrgico o pijama quirúrgica, mucho menos si además puede ver que usan un gorro, botas y mascarilla quirúrgicos. Definitivamente es un lugar restringido, conocido en el argot especializado como “zona gris”, quizá incluso sea una “zona blanca” donde únicamente puede pasar el personal autorizado tomando las providencias necesarias. Si usted se atreve a cruzar el umbral que solamente aquellos elegidos tienen permitido pasar, será sólo para que inmediatamente le hagan volver sobre sus pasos como un niño al que la maestra jala de una oreja mientras lo conduce a la dirección de la escuela y escuchará una larga letanía básicamente compuesta por la frase: “No puede usted entrar aquí”.
Es por el bien de todos, ese es un lugar donde la higiene se cuida al máximo por el riesgo que existe para los pacientes de contraer infecciones. Las responsables de enfermería y médicos de ese lugar, típicamente un quirófano, no están dispuestos a transigir y cualquiera que no cumpla cabalmente con la triada de botas, mascarilla y gorro se arriesga a una dura reprimenda. Ahí adentro ni siquiera puede usar la misma ropa que usa afuera, en el mismo hospital, es obligatorio emplear una pijama quirúrgica que no puede llevarse puesta en caso de salir, así que uno debe cambiarse y vestirse apropiadamente cada vez que pretenda entrar o salir.
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