Después del amor / Por Arturo Santillán

La organización que administra los torneos de clubes en México, antes llamada Liga MX, firmó un nuevo convenio de patrocinio por dos años más con el Banco BBVA, antes llamado Bancomer. El acuerdo alargará a 11 años en total la relación de la liga en México con la poderosa empresa financiera de origen vasco.

Mikel Arriola y Eduardo Osuna, principales dirigentes del torneo mexicano y el banco español respectivamente, anunciaron la mencionada renovación con el hashtag: #EnElFutbolCabemosTodos

El comunicado oficial al respecto (atascado de gerundios) dice que el apoyo de BBVA a la liga mexicana significa el impulso del futbol como factor de transformación social, igualdad de género y hasta educativo. Prácticamente lo describen como el bálsamo deportivo que llevará al país entero a convertirse en una nación modelo.

Transformando, mejorando, impulsando, creando, brindando, apoyando, invirtiendo, colaborando y en extenso listado de “andos” y “iendos” componen el texto que cita frases de Arriola y Osuna. Además del excesivo abuso de los lugares comunes: refrenda nuestro compromiso con México o trabajando por construir un mejor país.

Hace más de 10 años, la Federación Mexicana de Futbol y la otrora Primera División, emularon el modelo español y separaron las marcas Selección Nacional y Liga MX, así categorizaron patrocinios por jerarquía y sector (un banco, una telco, una cervercera, una marca deportiva, etcétera) con el objetivo de rentabilizar ambas entidades por separado.

Lo de siempre, la visión financiera implacable, no por ello negativa per se. Pero en la misma medida, es evidente que las medidas mercadológicas no han acompañado a un presumible rendimiento en las canchas.

En estos diez años, el principal torneo de clubes en México ha ido en absoluta decadencia en los terrenos de juego, después de sufrir medidas como la eliminación del descenso, la desaparición de equipos, el infausto arbitraje y la pobre operación del video arbitraje (VAR). También, los inverosímiles ajustes al sistema de competencia en la que un club con menos del 50% de productividad puede competir por ser campeón, entre otros absurdos.

Los avances como la creación de la liga femenil y los torneos juveniles, no alcanzan para decir que en México el futbol ha mejorado paralelamente a su lado financiero. La apertura a nuevas cadenas televisivas, el ingreso de las casas de apuestas legítimas al terreno de los patrocinios o de los anunciantes atrajo mucho dinero. En la última década por lo menos seis equipos del torneo principal han construido nuevos y modernos estadios o renovado los antiguos. Se pagan altos salarios y las camisetas de los clubes se venden en precios al alcance de pocos.

Pero los equipos han perdido su protagonismo, han perdido identidad, se han alejado años luz de sus equivalentes internacionales, que les opacan en nivel deportivo y mediático. A su vez, los dos vecinos del T-MEC, antes USMCA, antes TLC, se acercan peligrosamente y están a nada de convencer a la Liga MX de fusionarse con ellos… por dinero.

La violencia también se incrementó, la pérdida de emoción futbolística se reemplazó por deleznables competencias entre “barras” disfrazadas nominalmente como “grupos de animación” y la orgullosa Liga BBVA MX trasciende fronteras por escenas criminales, y no por sus goles.

Cuesta trabajo creer las intenciones que enlistan tanto el banco como la liga en su anuncio de renovación, los torneos locales solo muestran destellos futbolísticos que medianamente sostienen el espectáculo.

La retórica publicitaria cuasi propagandística de quienes mandan en el futbol mexicano insiste en frases como “Siente tu Liga”, “Grita México” o ahora “GritaXlaPaz”, empero, en esta liga cabe la mediocridad, la violencia y el rezago deportivo. El balón es maltratado, el aficionado subestimado.

Eso es lo único que cabe en la Liga BBVA MX, mentira que cabemos todos.

Por Arturo Santillán

Formado periodista.

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