
“Hoy día, hombres y mujeres tenemos los mismos derechos”
Cada vez que afirmes esto, realiza el siguiente test:
¿Cuántas veces a la semana revisas que tu atuendo sea “adecuado” (no demasiado justo, no demasiado corto, no demasiado escotado)?
¿Cuántas veces, esperando transporte o atravesar una calle, te han manoseado?
¿Cuántas veces en el transporte público, alguien ha rozado contra tu cuerpo sus genitales?
Si la respuesta a cada una de estas interrogantes es una o ninguna, replantea la afirmación primera.
Las mujeres somos atacadas y luego juzgadas. Nuestra forma de vestir y comportarnos suele ser lo que marca la diferencia entre: se lo merecía o no se lo merecía, ante los ojos del jurado social.
En pleno siglo XXI, ser mujer implica arriesgar la integridad física o emocional cada vez que salimos de casa; en ocasiones, incluso dentro de ella.
“Al año mueren más hombres que mujeres y nadie se escandaliza”
De acuerdo con las estadísticas, la tasa de mortalidad mundial es mayor en hombres que en mujeres. Sin embargo, ningún rubro en esta estadística contempla la muerte por ser hombre. En el caso de las mujeres, los feminicidios son un delito tipificado que corresponde al asesinato de una mujer, por el hecho de ser mujer. No solo importa cuántas personas mueren al año, sino por qué están muriendo.
En 2021, la estadística de los feminicidios en México cambió de diez mujeres asesinadas al día, a once. Ahora pregúntate ¿esta estadística modifica de alguna forma mi vida cotidiana (salir a mi trabajo, ir a tomar un café o una cerveza con mis amigos y amigas, llegar de madrugada a mi casa, tomar un transporte público ya sea en la calle o por aplicación)? Si tu respuesta es no, entonces es tiempo de que te des cuenta de que la realidad que vives no es la misma que habitan todas las personas: no es la de tu esposa o novia, no es la de tu madre, ni la de tu hermana; no es la de tus amigas y compañeras de trabajo. Las mujeres vivimos presas de esta estadística.
“Muchos hombres también son víctimas de violencia familiar y nunca lo denuncian”
¡Qué pocos huevos tendría que ser para dejarse golpear por su vieja y todavía hacerlo público!
¿Cuántos de los hombres que leen este ensayo lo pensaron? ¿Tú lo pensaste? Ese es el patriarcado susurrándote al oído.
La violencia es violencia sin importar quién la ejerce. Debemos tener clara la razón por la que este tipo de violencia no es denunciada. Ante los ojos de la sociedad, a un hombre que es golpeado por una mujer se le considera “poco hombre”. Se nos ha educado para que el hombre sea macho: el fuerte, el que todo puede, al que todo se le permite. Un hombre no llora, no es débil, no es vulnerable, no expresa sus emociones; un hombre piensa, no siente, porque eso es para viejas.
No existe una forma en la que un hombre pueda ir ante las autoridades y acusar a su pareja femenina por violencia doméstica, sin que su mal entendida “dignidad de hombre” no vaya de por medio. Pero no nos equivoquemos, esto no es responsabilidad del feminismo, es culpa del patriarcado que impone estereotipos que no todas y todos cumplimos.
Es tiempo de cuestionarte si te ajustas o entras con calzador en estos estereotipos.
“No es necesario decir: ellos y ellas, las y los, nosotros y nosotras.
En TODOS, estamos incluidos hombres y mujeres”
Durante su primera etapa, el filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein dijo: el límite de nuestro lenguaje es el límite de nuestro mundo; sin duda tuvo razón. Durante cientos de años, a través del lenguaje, hemos sido invisibilizadas: aquello que no se nombra, no existe. Nosotras hemos sido nombradas, cual conjuro macabro, solo bajo ciertos contextos.
Es difícil creer cómo algo que parece insignificante, puede tener un impacto tan grande, pongamos un ejemplo. La RAE dice que cuando en un espacio hay hombres y mujeres, se exige que se utilice el TODOS y las mujeres ya estamos incluidas. Sin embargo, cuando hay más mujeres que hombres, la norma dicta que se tiene que utilizar el TODAS, por mayoría. Ante una situación así, cuántos hombres levantan la voz para decir “¡Ey! yo soy hombre” o se escucha una voz burlona diciendo “ayñ mana”, pensando que se mofan de las personas de la diversidad.
¿Cuántas veces te has sentido incómodo en una situación así? Este tipo de escenas abundan y no son una cuestión de norma o etiqueta. El ego masculino creado por el patriarcado es tan grande y cerrado sobre sí mismo, que quiere tener bajo su sombra a lo que es diferente a él; pero tan frágil, que la sola idea de un pinchazo de las letras A, X o E lo pone a temblar.
Aquí y ahora digo que a través del lenguaje ampliamos nuestro mundo. Todas, todos y todes merecemos que se nos nombre, existir y que nuestras circunstancias sean visibilizadas.
Rompamos hasta la última pompa de jabón.
“Los hombres tienen el instinto de cazador”
Los medios están llenos de personas que cuando te dan consejos sobre cómo conseguir conservar a tu pareja, no paran de decir que son los hombres quienes deben tener la iniciativa en las relaciones, las invitaciones, en la cama y en todo. Argumentan que cuando el ser humano era cavernícola, el hombre era el cazador. Se aferran a este tipo de discursos como si no vivieran pendientes de la última versión de iphone; como si no tuvieran en su casa una consola de videojuegos, una tablet y, quienes pueden, hasta una Siri.
Este tipo de discursos buscan perpetuar los privilegios patriarcales, que, visto de cerca, también afectan a los hombres. En un comunicado de prensa realizado por el INEGI en 2021, se muestra como la tasa de suicidios es más alta en hombres que en mujeres. De acuerdo con algunos expertos, esto se relaciona con la incapacidad de los hombres para gestionar y expresar sanamente sus emociones.
¿Te sientes un cazador o un macho alfa?, ¡acude a terapia! Aprende a relacionarte contigo mismo antes que con cualquier otra persona. Ten en cuenta que ninguna feminista va a dejar de ser insumisa para que el señoro se sienta cazador. La responsabilidad afectiva comienza con uno o una misma.
CODA
Como estas, existen cientos de frases cuyo objetivo es replicar y perpetuar las prácticas patriarcales que nos afectan, no solo a las mujeres, sino a la sociedad entera. La invitación del ejercicio ensayístico es reflexionar y de ser posible transgredir las masculinidades canónicas.
¡Que así se escriba, que así se haga!
Texto elaborado en el Taller de ensayo de Notas sin Pauta, bajo la revisión de Vonne Lara y Antonio Reyes Pompeyo. Comentarios de las y los participantes del taller.
Esto es para leérselo tres veces. No todo es blanco ni todo es negro. El articulo está genial, pero no consigo saber, exactamente, a dónde quiere llegar… , o a quiénes y de que forma puede llegar a calar…?