Imagen obtenida de Lifeder

“Pasamos la vida con la cabeza metida en el culo y luego nos quejamos porque solo vemos mierda”. Así comenzaba el discurso adoctrinante de un tipo alto, rubio, de ojos azules y sonrisa perfecta. Vestía un impecable traje negro Hugo Boss, cuyos ajustes se habían hecho a medida para diferenciarlo del resto de los trajes del mismo modelo. Hablaba de no quejarse ante las vicisitudes de la vida, el hombre que cobraba dinerales por revelar a los plebeyos la check list de la vida perfecta, la receta de la felicidad.

Fue así, como en ese tugurio de perdiciones, porque vaya que ahí encontré más almas perdidas que en cualquier congal de mala muerte que yo recuerde, que vi con claridad por qué al mundo le molesta tanto hablar de residuos. Nos encanta negar el mal que padecemos ¡Vivimos de la negación!

Estábamos ahí, metidos hasta la cabeza en la mierda que salía de la boca de aquel tipo que, parado frente a nosotros centelleaba como estrella de la mañana, cuando tuve aquella epifanía: somos los residuos del mundo.

Como sabemos, el aparato excretor es el sistema que, de manera pasiva elimina el exceso de materiales innecesarios del organismo para que este pueda funcionar en óptimas condiciones. Cuando estos residuos no son expulsados, la homeostasis química interna no puede llevarse a cabo y el organismo termina por colapsar.

 ¿Te ha pasado que llevas días sin poder ir al baño?

Comienza la inflamación, el malestar en el estómago, en el vientre bajo y este malestar se expande a todo el cuerpo. En casos graves, esto puede tratarse de una enfermedad mortal llamada peritonitis. Posiblemente, nuestro mundo sufre de peritonitis por causa nuestra. No es que no haya intentado por todos los medios deshacerse de los residuos: epidemias, terremotos, inundaciones, enfermedades y una larga, larga lista de etcéteras. Sin embargo, somos una cepa muy resistente.

Nos hemos multiplicado de forma exponencial. Hemos permitido que el modo capitalista de vida que llevamos termine con los recursos que este organismo llamado mundo, nos ofrece. Lo sobrepoblamos, lo dañamos, lo talamos, lo quemamos y lo contaminamos. Posiblemente un día, este paciente se auto recete un lavado intestinal y entonces sí, vamos todos por culo.

Esto pasaba por mi cabeza mientras la estrella de la mañana tenía los ojos cerrados y no paraba de decir: ¡decrétenlo, visualicen, pidan al universo y este les concederá! y un par de desconocidos me tomaban por las manos y las levantaban alto mientras gritaban con toda el alma: ¡ánimo!

Texto trabajado en el Taller de Ensayo de Notas sin Pauta.

Por Paola Licea

Soy amante de las letras y de los pensamientos. Licenciada en APOU Candidata a Mtra. En Humanidades

0
    0
    Tu carrito
    Tu carrito está vacíoRegresar para ver