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DE UN MUNDO RARO / Por Miguel Ángel Isidro
Antes de entrar en materia, quiero aclarar que considero que todas las personas tienen derecho a manifestarse a favor o en contra de lo que mejor les parezca, dentro de los límites y los términos que la ley establezca.
Sin embargo, estoy sorprendido por la nueva obsesión que se ha metido en la cabeza de nuestros Padrotes y Madrotas de la Patria: ganar la calle, a costa de lo que sea.
Sin duda alguna, México reclama de una reforma política. Creo que eso está fuera de todo cuestionamiento. Somos un país que gasta más de 14 millones de pesos diarios (¡en serio!) en sostener un sistema de partidos e instituciones electorales que, al final del día, a nadie tiene contento..
Sin embargo, la iniciativa presidencial para la reforma política siguió una ruta interesante. Tras dar a conocer su contenido, el mandatario federal se arrancó soltando un prolongado rosario de calificativos nada halagadores en contra de sus adversarios. Como si de pronto olvidara que para sacar avante una reforma constitucional no le alcanza con los votos de Morena y sus aliados. Pero le valió gorro: no dejó ni un opositor para compadre. Como si se estuviera auto saboteando.
La reacción opositora consistió en llamar a la gente a ocupar la calle, no sólo en la capital del país, sino en 50 ciudades más. Con conocimiento o no de lo que defendían, pero la gente salió a las calles.
Tras la movilización opositora, vino la reacción del presidente y sus allegados: minimizando la movilización, ridiculizando a sus participantes o exhibiendo la ignorancia de algunos de sus participantes. De la noche a la mañana convirtieron en celebridades a media docena de marchantes que enseñaron el cobre antilopezobrasorista en fea forma.
Después vino el anuncio estelar: el presidente tendrá su propia marcha, a modo de celebrar su cuarto año de gestión y la coronará con la presentación de su enésimo informe de gobierno. Y con eso demostrará que las movilizaciones de la 4T cumplen con los mandamientos de La Ley del Monte como cuando el protagonista de la rola de Vicente Fernández elegía una penca de maguey para probar su amor: demostrará que su marcha será “la más bonita/ la más esbelta”…
Máster de la distracción, el presidente López Obrador dio un golpe maestro, al lograr que la opinión pública nacional acumule más de dos semanas hablando de marchas y contramarchas; asuntos como el hackeo del colectivo Guacamaya a la SEDENA, la violencia criminal o la trepidante inflación han sido prácticamente borrados de la conversación en medios y redes sociales.
Los mexicanos parecemos tener cierta fascinación por los actos masivos. Lo mismo abarrotamos el zócalo para actos políticos que para un concierto de Grupo Firme, Paul McCartney o Café Tacvba; aunque la violencia contra las mujeres y la homofobia siguen presentes en distintos espacios de nuestra vida social, convertimos la Marcha del Orgullo y la del 8 de Marzo en auténticas fiestas masivas; nos mueve un poderoso afán de pertenecer, hacer presencia y mostrar nuestro músculo como masa: la causa es lo de menos.
No nos basta con acudir masivamente a encuentros deportivos internacionales y lucir playeras verdes, máscaras de luchador, sombreros charros o sarapes de Saltillo; los mexicanos queremos siempre hacer patente nuestra presencia como masa empoderada, ya sea cantando el Cielito Lindo, coreando un grito homofóbico o bailando una monumental coreografía en Qatar.
Ya lo decía un chiste popular: en México solo hay tres cosas bien organizadas: las tandas, la delincuencia, y (por supuesto) El Payaso de Rodeo…
El excesivo culto a la personalidad y el uso y abuso de la movilización popular tiende a formar un ambiente político propio de lo que John Stuart Mill define como “la tiranía de las masas”: un poder centralizado que justifica sus actos o decisiones apoyado en “el clamor de las masas”.
Por el bien de todos, deseamos que la política nacional no termine convertida en un vulgar concurso de consignas y porras. Nuestra aún inmadura democracia merece algo mejor.
Twitter: @miguelisidro
SOUNDTRACK PARA LA LECTURA:
M Clan
(España)
“Las calles están ardiendo”
Paul McCartney
(Inglaterra)
“Too many people”
Caballo Dorado
“Payaso de rodeo”
Calle 13
(Puerto Rico)
“Los idiotas”
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