DE UN MUNDO RARO / Por Miguel Ángel Isidro
Estoy seguro que no me dejarán mentir: ver televisión o escuchar radio comercial en México en tiempos electorales es una auténtica tortura.
Y es que la saturación de las pautas propagandísticas asignadas a los partidos políticos convierten la experiencia en algo totalmente insufrible.
Por supuesto que la mula no era arisca. Las reformas efectuadas tanto a la legislación electoral como las consecuentes modificaciones a la Ley Federal de Radio y Televisión en los noventas y los dos miles tuvieron por objeto frenar los recurrentes abusos que caracterizaron a la propaganda gubernamental y la de los partidos políticos durante las etapas tanto del priismo monolítico como del bipartidismo prianista.
Sin embargo, lo que se ganó en presunta equidad lo vino a pagar la industria de los medios masivos: la saturación de pautas, y la pérdida del mercado político electoral -que en el caso de las emisoras radiofónicas del interior del país, constituían su principal fuente de supervivencia- terminaron por asfixiar a la industria.
La llegada del internet y las redes sociales terminó por dar el tiro de gracia a este esquema de difusión; paulatinamente audiencias y anunciantes terminaron migrando a las plataformas digitales. La distribución de los tiempos oficiales ha llevado a la autoridad electoral a la nada fácil tarea de ser el árbitro y distribuidor de pautas, en un esquema que ha dejado por mucho de ser eficiente generador de cultura cívica.
¿Habrá acaso alguien con dos dedos de frente que pueda decir que ha orientado sus preferencias políticas en función del contenido de las campañas en radio o TV de un partido o candidato en la última década?
Honestamente, no hay mucho que un partido o candidato pueda exponer en los 20 segundos de duración promedio que tiene un spot de radio o televisión. Lo que hemos visto en los procesos electorales de las últimas dos décadas han sido una avalancha de frases ocurrentes, jingles efímeramente pegajosos o adaptaciones de melodías populares cuyos autores no parecen distinguir entre las necesidades de un electorado hambriento de ser tomado en cuenta a las ansias de una multitud que atiborra un baile popular en espera de castigar la pista en cuanto suenan los primeros acordes de una cumbia, una quebradita o un corrido. Nada memorable, por cierto.
Reformas electorales van y vienen, y los estrategas de campaña siguen tratando a los potenciales electores como si se tratase de una masa dócil y manipulable.
En las elecciones locales el panorama es aún más desolador: cómo olvidar esas campañas donde hemos visto a candidatas y candidatos convertidos en cantantes, bailarines, imitadores o hasta súper héroes región cuatro con tal de “agradar”, según ellos al respetable. Episodios dignos de la más estremecedora pena ajena.
Esperemos que no estén lejos en llegar los tiempos en que se de a la comunicación política el valor y la importancia que requiere en la construcción de una nueva cultura democrática. Más allá de administrar spots para torturarnos con 20 segundos de ocurrencias repetidas hasta el hartazgo, partidos y autoridades electorales deberían enfocarse en la creación de nuevos formatos y vehículos comunicacionales para incentivar la participación ciudadana y el debate inteligente y respetuoso de las ideas. La comunicación institucional no tiene que ser siempre cuadrada, solemne y grandilocuente; en México existe talento probado y suficiente para generar nuevos y mejores productos propagandísticos.
2023 y 2024 serán años de intensa actividad política electoral, donde la eficiencia de las instituciones y legislación electoral serán sometidos a una crucial prueba del ácido que habrá de determinar su permanencia o radical cambio para procesos subsecuentes.
En este contexto, los ciudadanos no debemos dejar pasar la oportunidad de enviar un mensaje contundente al aparato político, o nos seguirán tratando como ése electorado al que consideran aún lejos de su mayoría de edad, al que sólo buscan mantener activo cuando se trata de pedirle el voto y del que parecieran anhelar una actitud pasiva mientras nuestros Padrotes y Madrotas de la Patria se ocupan de, según ellos, gobernarnos.
Desde este momento, ya estamos viendo a algunos de los aspirantes a la Presidencia de la República auto promoviéndose bajo formatos pretendidamente “novedosos” de difusión, en una descarada anticipación de lo que serán las campañas electorales por venir, algunos de ellos escudándose en una ambigua y tramposa interpretación de lo que a su conveniencia es la libertad de expresión.
¿Qué horrores, desfiguros y ocurrencias nos esperan con el advenimiento de la Madre de Todas las Madrizas, en la sucesión presidencial 2024?
Twitter: @miguelisidro
SOUNDTRACK PARA LA LECTURA:
-Roberto González, Jaime López y Emilia Almazán
(México)
“Satisfaga sus deseos”
-Information Society
(Estados Unidos)
“What’s on your Mind”
-John Lennon
(Inglaterra)
“Power to the people”
Brass Against
(Estados Unidos)
“Guerrilla Radio”
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