DE UN MUNDO RARO / Por Miguel Ángel Isidro

México se encuentra inmerso en un momento de alta efervescencia política.

En todos los círculos sociales, en las charlas de café, en las redes y sobre todo, en los medios de comunicación se habla mañana, tarde y noche de un tema recurrente: la sucesión presidencial del 2024.

De manera no sólo prematura, sino también innecesaria y jugando en el filo de la legalidad, el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió abrir el juego de la sucesión presidencial, llegando incluso a banalizarlo en términos fáciles de asimilar para las audiencias. En estos momentos, prácticamente cualquier persona medianamente informada sabe a qué nos referimos cuando se habla de las famosas “corcholatas”, en referencia a los aspirantes presidenciales del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

La atención de la opinión pública se encuentra volcada en el tema de la sucesión presidencial. Da lo mismo si hablamos de los accidentes registrados en el Metro de la CDMX, del juicio contra el ex secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna o de los indicadores económicos, inevitablemente todos los casos vienen a derivar en la sucesión, en los aspirantes presidenciales y en como cada uno de los acontecimientos pudieran impactar positiva o negativamente en los posibles candidatos o sus partidos.

Sin embargo, existen muchos problemas que se desarrollan en las entrañas del México profundo, que no son necesariamente temas nuevas y que eventualmente son abordados de manera superficial en el discurso oficial, como si al soslayarlos su importancia se pudiera minimizar.

Tras leer algunas reseñas, me animé a ver la película “Ruido”, una producción mexicana dirigida por Natalia Beristain para la plataforma digital Netflix.

Se trata de una historia impactante, que retrata el drama de una mujer de clase media alta que se enfrenta de golpe a una situación que trastoca su vida entera: la necesidad de buscar a su hija desaparecida.

Sin caer en un estridentismo panfletario, la cinta nos lleva a la parte íntima de esas historias que nadie quiere contar; de un México crudo, criminal y feminicida en donde la línea que separa a las autoridades de los delincuentes se torna insoportablemente delgada ante la azorada mirada de una sociedad civil que se descubre sola, vulnerable y expuesta a los peores ultrajes.

Basada en un guión escrito en participación por la propia directora, el periodista y académico Diego Enrique Osorno y el dramaturgo Alo Valenzuela Escobedo, “Ruido” representa también un testimonio de homenaje a las llamadas “madres buscadoras”, una red solidaria de mujeres que se han sobrepuesto a la adversidad y que aún enfrentando los mayores riesgos se dan a la tarea de tratar de dar con el paradero de sus familiares desaparecidos, porque lo que para la burocracia son números y expedientes, para estas valientes féminas son hijas e hijos, esposos, hermanas o hermanos que salieron un día como cualquier a sus trabajos o escuelas, y que les fueron arrebatados de manera inexplicable por esa imbatible bestia que conforman la mezcla de la crueldad criminal entreverada con la impunidad alimentada por la indiferencia y la ineptitud oficial.

Porque testimonios como los que se desprenden de una historia como ésta, basada en hechos reales, nos hacen caer en cuenta de lo huecas que resultan las estadísticas triunfalistas que nos han venido recetando en su oportunidad los gobiernos del PRI, del PAN y ahora de Morena: más allá del discurso; en México se secuestran y desaparecen personas a cualquier hora del día y por los motivos más diversos; desde los vinculados con actividades delictivas, pasando por la extorsión y la explotación sexual, hasta por motivos políticos, de pugnas entre grupos o incluso por asuntos relacionados a creencias religiosas.

Es cierto, nuestro país sigue evolucionando en la transición a una nueva era en su vida política y democrática, pero ninguna reforma legal, ningún triunfo electoral ni mucho menos la tan anhelada transformación de la vida pública de la nación tendrán sentido alguno mientras nuestras instituciones sigan siendo incapaces de garantizarnos a los mexicanos el derecho más elemental y preciado, que es el de la vida misma.

Porque aunque nos duela reconocerlo vivimos en un país donde el crimen organizado nos ha ido arrebatando nuestras garantías constitucionales, desde el derecho de ganarnos la vida de manera lícita sin ser molestados en nuestras propiedades o personas. Amplias franjas del territorio nacional se mantienen bajo el control de las bandas criminales, transgrediendo el derecho legal al libre tránsito.

Pese a los discursos triunfalistas del oficialismo, miles de pequeños empresarios, comerciantes y modestos prestadores de servicios son sometidos al pago de derecho de piso, ante la amenaza permanente a su integridad física y la de sus propias familias.

Sin duda alguna todos los mexicanos aspiramos a alcanzar la democracia, pero no podremos considerar que la hemos logrado mientras no podamos liberarnos del régimen del terror al que la criminalidad ha sometido a amplias regiones del país. Y no hablamos solo de la inútil retahíla de la “lucha contra el narco” emprendida desde la torpe y criminal gestión de Felipe Calderón, porque este asunto va más allá: nos urge recuperar nuestra gobernabilidad y restaurar el tejido social.

Porque mientras México no vuelva a ser una nación con plenitud de garantías y derechos para toda la ciudadanía, todos los discursos y campañas políticas siempre seguirán sobrando.

Por supuesto que recomiendo ampliamente la película “Ruido”, con la magistral actuación protagónica de Julieta Egurrola.

Vale la pena darnos un asomo a la realidad que muchos quisieran ignorar.

Twitter: @miguelisidro

SOUNDTRACK PARA LA LECTURA

GeraMX y Santa Fe Klan
(México)
“Nadie te podrá olvidar”

Orishas
(Cuba)
“Desaparecidos”

Dios Revolver
(México)
“Fuerte es el silencio”

Mare Advertencia Lírica
(México)
“Se busca”.

Por miguelaisidro

Periodista independiente radicado en EEUU. Más de 25 años de trayectoria en medios escritos, electrónicos; actividades académicas y servicio público. Busco transformar la Era de la Información en la Era de los Ciudadanos; toda ayuda para éste propósito siempre será bienvenida....

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