C’est Mozart qu’on assassine

Gilbert Cesbron[i]

POR GWENN-AELLE

¿Recuerdas al pequeño que hallaron muerto en una playa de Europa? Sí, el que vimos dormidito de panza sobre  la arena frente al mar, hijo de algún fugitivo de la violencia en su país. ¿Ya? No hemos sabido mucho más de su familia. Pasó el momento de espanto, dejamos de comentar de alarmarnos de levantar voces de apiadarnos y de enojarnos.

¿Recuerdas al pequeño que recibió una bala perdida en la cabeza, mientras estaba en el cine con su papá? En Iztapalapa, CSMX, un mes de noviembre. Concluyó la investigación que la bala venía de “afuera”, el cine indemnizó a los papás de Hendrik Cuacuas. Esa muerte la sentí personal, el pequeño llevaba el nombre que llevan todos los hombres de mi casa. Pasó el momento de enojo, dejamos de hablarlo de espantarnos de alzar carteles de opinar y de indignarnos.

¿Recuerdas lo de la guardería ABC? Esto seguro te suena más, fueron muchos niños de un jalón y tuvo un montón de tintes políticos la no-conclusión de la investigación. Uno de ellos, en su camita de hospital le decía a su papá Me duele el dolor papá, me duele el dolor. Acaba de ser el aniversario de la quemazón, y medio nos movimos, dijimos alguito y en las redes sociales hubo tantito oleaje. Pero hoy ya pasó el momento de la remembranza, dejamos de discutir de llorar de escribir de angustiarnos y de sulfurarnos.

El 8 de junio, en un parque en Annecy, Francia, una persona atacó a un grupo de adultos jóvenes y de niños. Se abalanzó sobre ellos con un cuchillo. Uno de los pequeños estaba en su carriola.  Puro niño chiquito, bebés, el más joven de 22 meses. Cuenta bien, 22 meses no son ni dos años. La gente alrededor se metió a defender, un chavo que andaba de peregrinaje por las catedrales de Francia agarró al agresor a mochilazos.

Están ahorita en la mera encuesta, el atacante y la policía, porque los niños y adultos, 6 en total, siguen en el hospital, unos muy graves. Dicen, y remarcan en los noticieros que el  hombre era migrante, pedía ser legalizado en Francia, le dijeron que no, que ya lo estaba en Suecia. Tal vez haya bajado de un barco similar al que no logró traer al pequeño de la playa a buen puerto, o tal vez no pueda llevar a su hija al cine, o yo que sé. Tal vez nada más esté demente, perdido en este mundo. Tal vez ese NO haya sido la gota del mar más inmenso en el que el hombre y su familia llevan años ahogándose. Hoy nada más estamos empezando a enterarnos, a espantarnos a alarmarnos y a angustiarnos.

Pero lo vamos a dejar de hacer. Porque pasan los días y pasamos nosotros, corriendo.

Todos estos niños, y tantos más, no serán nunca adultos,  dejaron de ser hijos-hermanos-amigos, no podrán estudiar para dentistas o mecánicos especializados en motos. Nunca se enamoraran por primera vez, ni tendrán sexo, con o sin condón. No serán ni Mozart ni Chava Flores, ni siquiera serán como tú que cantas al cocinar.

Y nosotros seguiremos alzando voces que no sirven, en lugar de agarrar a mochilazos a quienes directa o indirectamente, dejen que los niños mueran sólo porque somos como somos, pinche sociedad que mucho habla y nada hace.


[i] “Es a Mozart al que se asesina”, de Gilbert Cesbron. Esta novela habla más de cómo al ignorar a un niño, al no escucharlo, al no verlo, impedimos que florezca. Sé que aquí te hablé de muerte física, pero… pero no logro quitarme la palabra asesinato de la cabeza. Asesinos. Nuestra sociedad es asesina de niños, mueran chicos o grandes.

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